martes, 15 de abril de 2014

(7) LA PALABRA LIBERTADA. QUINCE REFLEXIONES PERSONALES (Y TRANSFERIBLES) SOBRE UN QUINCENIO POÉTICO. / Julio Vélez






9. 1983: El libre juego del mercado

Al poder de la crítica le pide relaciones el poder editorial y en algunos casos llegan al matrimonio y en otros al divorcio. Las editoriales descubren la rentabilidad de la “publicidad indirecta”, y sus inversiones las destinan más a incluir en sus equipos a críticos (y poetas) conocidos que al libre juego del mercado. El resultado es el hundimiento de las editoriales que no llegan a tiempo al baile y carecen de dinero para alquilar a un acompañante. Con todo, parece oportuno señalar que, mientras las instancias de la ciudad letrada, en feliz y espléndida expresión de Ángel Rama, están en juerga permanente, un lúcido grupo de escritores, más o menos jóvenes, escriben los textos más representativos de la década. Unos atizan el carbón y otros se comen los garbanzos. Pero a esto, a la postre, estamos acostumbrados.





10. 1984: Literatura hegemónica.

Hablamos, por lo general, de literatura hegemónica como si fuera la única existente. Como si el libro restara importancia a las revistas marginales o a la canción. Hay decenas de revistas desconocidas que aparecen y desaparecen como un Guadiana. Decenas de hombres y mujeres entregando lo mejor de ellos sin que ningún medio –incluido por supuesto el universitario- le preste la más mínima atención. Que yo conozca, solamente durante los pocos meses que existió el periódico Liberación se le prestó una cierta importancia. Pero, qué decir del autor anónimo de las letras del flamenco. Cómo olvidar que, sin exageración alguna, buena parte de la mejor poesía de la Literatura española está en las letras simples y poéticas de una siguiriya o una soleá, que la gracia del ángel de las letras de las bulerías se da la mano por la espalda con el duende negro de las tonás. Cómo es posible que no exista una sola historia de la Literatura española que atienda con un mínimo de rigor estos poemas de belleza indestructible, como parte fundamental de nuestra mejor poesía en los últimos siglos.
El libro es un instrumento clave en el desarrollo de la literatura, pero cuando el dios cristiano expulsó a Adán y Eva del Paraíso, lo hizo por comer del árbol de la sabiduría, no por masticar un libro.

Julio Vélez
(AA.VV. / “DEL FRANQUISMO A LA POSMODERNIDAD”)


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