domingo, 30 de junio de 2013

Francesc Cornadó / Se han apostado en las capas superiores






Se han apostado en las capas superiores


Se han apostado en las capas superiores
de la superficie del mercurio,
dispuestos a cambiar las imágenes de la historia,
a resucitar antiguas ciudades y a reverdecer
los jardines de Babilonia.

No es una senda de retorno, tampoco
un viaje al pasado. Es, eso sí,
asomarse por las ventanas de vidrios empañados
y contemplar con ojos de halcón
la aurora y el curso de río morado.

Alejados tanto del sol como de la tierra baldía,
subidos a lo alto de la roca de Sigfrid,
con la fuerza titánica de los ruiseñores,
ponen en orden las claves del pentagrama
y regulan la presión del pedal.

Francesc Cornadó



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viernes, 28 de junio de 2013

Idea Vilariño



(Luis López)




ESO

Mi cansancio
mi angustia
mi alegría
mi pavor
mi humildad
mis noches todas
mi nostalgia del año
mil novecientos treinta
mi sentido común
mi rebeldía.

Mi desdén
mi crueldad y mi congoja
mi abandono
mi llanto
mi agonía
mi herencia irrenunciable y dolorosa
mi sufrimiento
en fin
mi pobre vida.

Idea Vilariño


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miércoles, 26 de junio de 2013

SE CRUZÓ CONMIGO, VINO A MI ENCUENTRO... / Álvaro de Campos




SE CRUZÓ CONMIGO, VINO A MI ENCUENTRO EN UNA CALLE DE LA BAIXA,
aquel hombre mal vestido al que la profesión de mendigo se le ve en la cara,
que me es simpático y al que soy simpático;
y en reciprocidad, con gesto de largueza, desbordante, le di cuanto tenía
(salvo, por supuesto, cuanto tenía en el bolsillo donde llevo más dinero:
no soy tonto ni novelista ruso en ejercicio,
y romanticismo, sí, pero bien medido…)

Siento simpatía por toda esa gente,
sobre todo cuando no merece simpatía.
Sí: soy también vagabundo y mendigo,
y también lo soy por culpa mía.
es estar a un lado de la escala social,
es no ser adaptable a las normas de la vida,
a las normas reales o sentimentales de la vida
-no ser juez del Supremo, prostituta, trabajador de plantilla,
no ser pobre de verdad ni obrero explotado,
no ser enfermo de enfermedad incurable,
no ser sediento de justicia ni capitán de Caballería,
no ser, en fin, una de esas personas sociales de los novelistas
que se hartan de letras porque tienen razón para las lágrimas
y se rebelan contra la vida social porque tienen razón en lo que piensan.

No, ¡todo menos tener razón!
¡Todo menos que la humanidad me importe!
¡Todo menos ceder al humanitarismo!
¿De qué sirve una sensación si hay razón externa para ella?

Sí, ser vagabundo y mendigo como yo lo soy
no es ser vagabundo y mendigo, tan corriente:
es estar aislado en el alma, y eso sí que es ser vagabundo,
es tener que pedirles a los días que pasen y nos dejen, y eso sí que es ser mendigo.

Todo lo demás es una estupidez digna de Dostoievski y de Gorki.
Todo lo demás es tener hambre o no tener qué vestir.
Y aunque eso ocurra, le ocurre a tanta gente
que no vale la pena tener pena de la gente a quien le ocurre.
Soy vagabundo y mendigo de verdad, es decir, en sentido figurado,
y me estoy refocilando en una gran caridad por mí.

¡Pobre Álvaro de Campos,
tan aislado en la vida, tan deprimido en las sensaciones!
¡Pobre de él, ensartado en la butaca de su melancolía!
Pobre de él, que con lágrimas (auténticas) en los ojos
ha dado hoy, con gesto de largueza liberal y moscovita,
todo cuanto llevaba en el bolsillo en el que lleva poco a aquel
pobre que no es pobre, al de los ojos profesionalmente tristes.

¡Pobre Álvaro de Campos, que no le importa a nadie!
¡Pobre de él, que tiene tanta pena de sí mismo!

Pues sí: ¡pobre de él!
Más pobre de él que de muchos que son vagabundos y vagabundean,
que son mendigos y mendigan,
porque el alma humana sí que es un abismo.

Lo sé bien: ¡pobre de él!
¡Ojalá pudiera rebelarme en un mitin dentro de mi alma!
Pero ni siquiera soy tonto.
No tengo siquiera la defensa de poder adoptar opiniones sociales.
No tengo, en verdad, defensa alguna: soy lúcido.

No me queráis convertir la convicción: soy lúcido.

Repito: soy lúcido.
Nada de estéticas con corazón: soy lúcido.
¡Mierda! Soy lúcido.

Álvaro de Campos


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lunes, 24 de junio de 2013

Manuel Fernández-Cuesta / Miguel Hernández y los carnívoros cuchillos







Miguel Hernández y los carnívoros cuchillos.


Caídos sí, no muertos, ya postrados titanes
Miguel Hernández


Sospecho que Miguel Hernández, el muchachón de Orihuela que dijo Neruda, anda en el limbo de los poetas cívicos, olvidado y romo, lejos del puntiagudo brío de sus carnívoros cuchillos. Pastoreando por igual cabras y sonetos, versos libres y la sensualidad de la naturaleza, frecuentaba de joven la biblioteca pública y leía a Virgilio y Verlaine gracias a su amigo Luis Almarcha, canónigo local, que con el correr de los años llegó a obispo de León. La morralla española, mantilla y rosario, echó sobre él, sobre su corazón nutriente, un capote de paseo, negro, violentamente negro, hasta terminar con su vida, bronquitis, tifus y tuberculosis, en la prisión de Alicante un 28 de marzo de 1942. Tenía 31 años y la pluma llena de salvajes metáforas.
Poeta por convicción que le brota del pecho y el estómago, casi un desparecido de la cultura ajena a la resistencia antifranquista, el que será tenaz combatiente republicano, publicaPerito en lunas en Murcia, enero de 1933. La edición consta de 300 ejemplares y aunque ha pasado ya por Madrid, frecuentado tertulias, pateado la calle sin dinero, acarreado naranjas para regalar a sus benefactores y agitado un par de cartas de recomendación, el libro enferma de indiferencia. Media docena de distraídas reseñas. Llorará Hernández (Orihuela, 1910), en el melifluo hombro de Lorca, consagrado ya, que le responderá con una breve nota de alabanza y lejanos cumplidos. Arranca Hernández con tristeza de campesino y una poesía culta, gongorina: el paso necesario. Su perseverancia superará el desafío. Quiere ser poeta, ciudadano poeta, combatiente poeta, hortelano poeta, amante poeta, todo, si puede ser, y poeta.





Anda Hernández cabizbajo y ausente por este siglo XXI de extrañezas y extrañamientos, bajo la curtida piel del cielo, en el reino oscuro del silencio. Salvo algunos especialistas, investigadores del fonema, profesores de gruesa gafa, noctámbulos y melancólicos, y sus afines ideológicos, cada vez menos (pese a las mareas de protesta), su poesía está huérfana de lectores. Ha pasado demasiada agua bajo el puente desde 1942, agua sucia, escoriada de franquismo y de la desmemoriada democracia de mercado, para que sea reconocida la palabra de un escritor que llevó el compromiso lírico a la batalla, a la barricada que separa la vida y la muerte. Eso que se denominó compromiso -en 1930 era solo la lucha por la dignidad humana frente al fascismo- la poesía social, de fuerte carga política y humana, no está de moda. Poco a poco fue la Generación del 27, Dámaso Alonso le consideró epígono del grupo, recobrando su sitio en el panteón: azares y recomendaciones editoriales, amistad y guiños intelectuales. Con el paso del tiempo, instalada la lógica cultural de la socialdemocracia de consumo, inmersos en masificación del PSOE, los poetas salieron de sus tumbas. Aniversarios, ediciones de obras completas, homenajes en el Círculo de Bellas Artes, congresos a cargo de las diputaciones y pagadores varios: reivindicaciones. Casi todos menos Miguel Hernández. Poeta y comunista. Demasiado sintagma para nuestra pandereta nacional.
Repito la idea, círculo mágico contra el culpable abandono, para hacerla visible en el texto. Como se repite en Nanas de la cebolla la aterradora imagen de la herbácea, hija del vientre de la tierra, convertida en “sangre de cebolla”. “Vuela niño en la doble / luna del pecho. / Él, triste de cebolla. /Tú, satisfecho. / No te derrumbes. / No sepas lo que pasa / ni lo que ocurre.” El tiempo se detiene y veo a Hernández, voluntario en el Quinto Regimiento, cavando trincheras en Cubas, afueras de Madrid, septiembre de 1936. Emilio Prados le sacará del duro trabajo y empezará otras tareas, acorde con su talento, de agitación y propaganda. Es el Hernández, si posible, más político, el que interioriza el conflicto militar, el que observa la guerra como lucha de clases: la guerra de España. El poeta ha luchado, miliciano, con el Campesino, y en Viento del pueblo, publicaciones del Socorro Rojo Internacional, 1937, desplegará toda su fuerza contenida, la pasión del combate justo. De Rosario, dinamitera a Sentado sobre los muertos, pasando por El niño yuntero o Canción del esposo soldado con el impresionante arranque “He poblado tu vientre de amor y sementera”. Dedicado a Vicente Aleixandre, MH anotará en el prefacio: “El pueblo espera a los poetas con la oreja y el alma tendidas al pie de cada siglo”.
Cautivos y derrotados. La República ha perdido la guerra. Esa que no podía ganar. La tierra se abre bajo los pies de Hernández. El eminente Joaquín de Entrambasaguas, filólogo y contable de almacén, manda destruir, abril de 1939, sin encuadernar, miles de copias de El hombre acecha. El sendero del odio está custodiado por gastrónomos como el citado catedrático. Poeta de la tierra, como si él mismo fuera surco, polvo o trigo, poeta de atea religiosidad que escribe homenajes a su hijo muerto, a Dolores Ibárruri, al hambre, a los soldados y pueblos de España, su poderío le hace insoportable para los vencedores. Del verso libre al encasillado soneto. Del soneto al verso libre. De Aleixandre a Neruda. Miguel Hernández, culto y popular, niño pastor que no pudo estudiar, lector voraz y subversivo, rompe las formas poéticas, desgarra las palabras, arrastra el ritmo por los entresijos de su conciencia inquieta. Poco dado a elogios, Juan Ramón Jiménez escribirá en El Sol, 23 de febrero de1936, de El rayo que no cesa, “Tienen su empaque quevedesco los poemas, es verdad, su herencia castiza. Pero la áspera belleza tremenda de su corazón arraigado rompe el paquete y se desborda como elemental naturaleza desnuda.”




“No hay más historia de España que la que ellos quieren”, se lee en Todo lo que se llevó el diablo (Tusquets, 2010), de Javier Pérez Andújar. Ni historia ni relato. Hernández es un fantasma delgado que recorre veredas y acequias con un zurrón lleno de pan y queso, versos dulces y envenenados, que claman por salir del lugar perdido, más allá de la mentira, que la cultura liberal, neoliberal o postliberal les ha asignado. No es un G27 ni un G36. Su generación es un puñado de libros agrupados en unos dóciles volúmenes, Obra Completa, I y II, Espasa Calpe, 1992. El purgatorio de los escritores es un espacio cerrado, claustrofóbico, infierno de penas, atroz encierro para un mozo curtido en los desmontes. En 1925, por orden de su padre padrone, abandonó los estudios con los jesuitas de Santo Domingo y volvió a los animales. En el campo escribe versos místicos, incendiados de amor, siguiendo el eco de Juan de la Cruz. MH vive rodeado de cabras, damiselas de antaño, que rumian adjetivos y hierba fresca.
Enero de 1940. Antonio Buero Vallejo, preso en la madrileña cárcel de Conde de Toreno, condenado a muerte, luego conmutada la pena por treinta años, igual que MH, coge un lápiz, carboncillo, y dibuja el rostro de Miguel para que su hijo sepa de su padre. El 4 de marzo, Hernández envía el retrato a su mujer, Josefina Manresa, con una nota. “No quiero dejar de cumplir en lo que puedo mi palabra, y ya que no puedo ir de carne y hueso, iré de lápiz, o sea, dibujado por un compañero de fatigas, como verás, bastante bien. Se lo enseñarás al niño todos los días para que vaya conociéndome, y así no me extrañará cuando me vea.” Imaginemos la escena. Una cocina pequeña blanqueada por una luz mediterránea que calienta el escaso alimento disponible. El niño, en el regazo de su madre, contempla con asombrado un rostro extraño. “Un carnívoro cuchillo / de ala dulce y homicida / sostiene un vuelo y un brillo /alrededor de mi vida.
Diseccionados los poetas, devorados por notas a pie de página que, como voraces hormigas, marcan el camino de las páginas, urge saltarse normas y volver a la primitiva calidez de MH. Ajeno a los tópicos, MH es un poeta de la vida y la transformación que merece una pausada mirada máxime ahora, cuando la casta dominante y sus perros guardianes, nos arrojan, de nuevo,  al vertedero de la Historia. Nunca le perdonaron su elegancia de poeta sencillo ni la fiereza de sus críticas. Para ellos, la canalla que regentea esa España obscena y deprimente, por decir con Cernuda, copio estos versos. “Hombres veo que de hombres / solo tienen, solo gastan / el parecer y el cigarro, / el pantalón y la barba.”

Manuel Fernández-Cuesta



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viernes, 21 de junio de 2013

Antonio Machado / Coplas mundanas




Coplas mundanas

Poeta ayer, hoy triste y pobre
filósofo trasnochado,
tengo en monedas de cobre
el oro de ayer cambiado.

Sin placer y sin fortuna,
pasó como una quimera
mi juventud, la primera...
la sola, no hay más que una:
la de dentro es la de fuera.

Pasó como un torbellino,
bohemia y aborrascada,
harta de coplas y vino,
mi juventud bien amada.

Y hoy miro a las galerías
del recuerdo, para hacer
aleluyas de elegías
desconsoladas de ayer.

¡Adiós, lágrimas cantoras,
lágrimas que alegremente
brotabais, como en la fuente
las limpias aguas sonoras!

¡Buenas lágrimas vertidas
por un amor juvenil,
cual frescas lluvias caídas
sobre los campos de abril!

No canta ya el ruiseñor
de cierta noche serena;
sanamos del mal de amor
que sabe llorar sin pena.

Poeta ayer, hoy triste y pobre
filósofo trasnochado,
tengo en monedas de cobre
el oro de ayer cambiado.

Antonio Machado


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miércoles, 19 de junio de 2013

Desaparecidos / Eduardo Galeano




(Pelayo Ortega)



Desaparecidos
Agosto 30, Día de los Desaparecidos:

los muertos sin tumba,
las tumbas sin nombre,
las mujeres y los hombres que el terror tragó,
los bebés que son o han sido botín de guerra.
Y también:
los bosques nativos,
las estrellas en la noche de las ciudades,
el aroma de las flores,
el sabor de las frutas,
las cartas escritas a mano,
los viejos cafés donde había tiempo para perder el tiempo,
el fútbol de la calle,
el derecho a caminar,
el derecho a respirar,
los empleos seguros,
las jubilaciones seguras,
las casas sin rejas,
las puertas sin cerradura,
el sentido comunitario
y el sentido común.

Eduardo Galeano


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lunes, 17 de junio de 2013

Constantino P. Cavafis





Oda y elegía de las calles

Los pasos del primer viandante,
el vivaz caminar del primer vendedor,
la apertura de la primera ventana
o de la primera puerta –es la oda
que las calles escriben en la mañana.

Las huellas del último caminante,
el paso del último vendedor,
el cierre de las puertas y ventanas
-es la voz de la elegía
que las calles escriben en el anochecer.

Constantino P. Cavafis


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viernes, 14 de junio de 2013

ELLA TIENE PERFORADA LA LENGUA / Omar Pimienta




Se nota cuando dice: el amor es un espejo
rescatado de la casa en llamas
instalado por error en el cielo de un motel manchado

Ella tiene en su oreja izquierda 7 aritos
al pasar los dedos se siente el espiral de un cuaderno de primaria
al pasar la lengua: filtros para secretos

Ella tiene perforado el pezón
se nota cuando se ciñe la blusa
dice que su hijo tendrá una boca diferente
muchas palabras redondas
una fijación por morder los aros de llaveros

Ella tiene perforado el clítoris
me lo hace saber con dos cervezas
una mesa que nos separa
noche larga tabla hinchada asidero de náufrago

me dice que yo nunca lo sentiré
(no se refiere al clítoris o al piercing y por
alguna extraña razón no pierdo la esperanza)
contesto:
yo no tengo perforado nada ni tatuajes
ni me meto nada y me acuesto temprano con
muchas preocupaciones

Ella tiene perforado su lóbulo derecho: una perlita
dice tenerla desde los 11 años
se la regaló la tía (que en paz descanse)
cuando la llevó al centro
le compró también un vestido Amarillo
zapatillas de charol blanco

me dice: pinche poeta entonces tú por mi perlita
te mueres
Y yo digo que sí
pero que por sentir el percing de su clítoris
escribo.


Omar Pimienta

De: Omar Pimienta, en ANUARIO DE POESÍA MEXICANA 2007 -Vv.Aa- (FCE: Mexico, 2008) Selección de Julián Herbert


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miércoles, 12 de junio de 2013




Los historiadores deben ser los “recordadores” profesionales de lo que los ciudadanos desean olvidar.

Eric J. Hobsbawm


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martes, 11 de junio de 2013

Bertolt Brecht / Parábola de Buda sobre la casa en llamas





Parábola de Buda sobre la casa en llamas


Gautama, el Buda, enseñaba
la doctrina de la Rueda de los Deseos, a la que estamos
     sujetos, y nos aconsejaba
liberarnos de todos los deseos para así,
ya sin pasiones, hundirnos en la Nada, a la que llamaba
     Nirvana.
Un día sus discípulos le preguntaron:
“¿Cómo es esa Nada, Maestro? Todos quisiéramos
liberarnos de nuestros apetitos, según aconsejas, pero
     explícanos
si esa Nada en la que entraremos
es algo semejante a esa fusión con todo lo creado
que se siente cuando, al mediodía, yace el cuerpo en el
     agua,
casi sin pensamientos, indolentemente; o si es como cuando,
apenas ya sin conciencia para cubrirnos con la manta,
nos hundimos de pronto en el sueño; dinos, pues, si se trata
de una Nada buena y alegre o si esa Nada tuya
no es sino una Nada fría, vacía, sin sentido.”
Buda calló largo rato. Luego dijo con indiferencia:
“Ninguna respuesta hay para vuestra pregunta.”
Pero a la noche, cuando se hubieron ido,
Buda, sentado todavía bajo el arbol del pan, a los que no le
     habían preguntado
les narró la siguiente parábola:
“No hace mucho vi una casa que ardía. Su techo
era ya pasto de las llamas. Al acercarme advertí
que aún había gente en su interior. Fui a la puerta y les grité
que el techo estaba ardiendo, incitándoles
a que salieran rápidamente. Pero aquella gente
no parecía tener prisa. Uno me preguntó,
mientras el fuego le chamuscaba las cejas,
qué tiempo hacía fuera, si llovía,
si no hacía viento, si existía otra casa,
y otras cosas parecidas. Sin responder,
volví a salir. Esta gente, pensé,
tiene que arder antes que acabe con sus preguntas.
     Verdaderamente, amigos,
a quien el suelo no le queme en los pies hasta el punto de
     desear gustosamente
cambiarse de sitio, nada tengo que decirle.” Así hablaba
     Gautama, el Buda.
Pero tambien nosotros, que ya no cultivamos el arte de la
     paciencia
sino, más bien, el arte de la impaciencia;
nosotros, que con consejos de carácter bien terreno
incitamos al hombre a sacudirse sus tormentos; nosotros
     pensamos, asimismo, que a quienes,
viendo acercarse ya las escuadrillas de bombarderos del
     capitalismo
aún siguen preguntando cómo solucionaremos tal o cual
     cosa
y qué será de sus huchas y de sus pantalones domingueros
     después de una revolución,
a ésos poco tenemos que decirles.

Bertolt Brecht
(Del libro Historias de almanaque, 1939)


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sábado, 8 de junio de 2013

Artefactos / Nicanor Parra




ARTEFACTOS: 

LA DEUDA E(x)TERNA QUE LA PAGUE EL PAPA”
  
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No sé, No sé.
Yo todavía creo en el socialismo.
Yo todavía creo en Dios & el Diablo.

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Carta del suicida: “Chao, no soporto la música ambiental”.

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CHE, (C)ontigo (H)ermano (E)xplotado.

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“Sin igualdad es una farsa hablar de libertad” 

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“Nos volvimos a ver años después y me volvió a pegar la gonorrea”.


Nicanor Parra


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jueves, 6 de junio de 2013

Francisco de Quevedo y Villegas




 SALMO XXVI

Después de tantos ratos mal gastados,
tantas obscuras noches mal dormidas;
después de tantas quejas repetidas,
tantos suspiros tristes derramados;

Después de tantos gustos mal logrados
y tantas Justas penas merecidas;
después de tantas lágrimas perdidas
y tantos pasos sin concierto dados,

Sólo se queda entre las manos mías
de un engaño tan vil conocimiento,
acompañado de esperanzas frías.

Y vengo a conocer que en el contento
del mundo, compra el Alma en tales días,
con gran trabajo, su arrepentimiento.

Francisco de Quevedo y Villegas.


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martes, 4 de junio de 2013

Ángel González



(Luis López)


QUISE


Quise mirar el mundo con tus ojos
ilusionados, nuevos,
verdes en su fondo
como la primavera.
Entré en tu cuerpo lleno de esperanza
para admirar tanto prodigio desde
el claro mirador de tus pupilas.
Y fuiste tú la que acabaste viendo
el fracaso del mundo con las mías.

Ángel González



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domingo, 2 de junio de 2013

Fernando Pessoa





He descubierto que la lectura
es una forma de soñar esclavizada.
Si he de soñar,
¿Por qué no soñar mis propios sueños?

Fernando Pessoa



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