lunes, 10 de diciembre de 2012

DURI / Julio Vélez






El diario “Liberación” fue una más de las experiencias periodísticas que se han producido en la España postfranquista por parte de gente de izquierda que han terminado fracasando por la falta de financiación que, en gran parte, es consecuencia del bloqueo publicitario que los poderes económicos realizan con cualquier voz crítica.

Liberación se editó entre el 9 de octubre de 1984 y el 20 de marzo de 1985, poco más de 5 meses, en los que se publicaron 141 números. Tuvo como directora a Mercedes Arancibia, el primer y, hasta ahora, única mujer directora de un periódico de tirada nacional; Mercedes de ideología libertaria fue una de las personas que colaboraron en la gestación y producción del diario como Eduardo Barrenechea, Joan Martínez Aller, Javier Ortiz, Mercedes Fuenzalida o Xavier Recalde entre muchas más.

Otro de esos colaboradores fue Julio Vélez del que disponemos de algunos artículos, del que carecemos de fecha en varios casos. No obstante, su interés nos obliga a publicarlos aún en esas condiciones.

El primer recorte es de la última página (32) en una sección titulada “La gente que amamos”, está dedicado a Eduardo Galeano, que vivía en esa época en el exilio en Cataluña, y que sufrió un infarto en su casa de Calella de Mar, a unos 50 Km. de Barcelona el 9 de octubre.

José Porrero Montalbán






DURI

1.- Cuenta una leyenda del río Juruá, que el lorito tuvo un pico tan enorme como el tucán. Eran tiempos -según recrea Eduardo Galeano en Memorias del Fuego- en los que gobernaba el «Mezquino». Dueño del maíz y el fuego, dominaba a todos y no convidaba a nadie. Una lagartija consiguió arrebatarle el grano después de denodados esfuerzos. Gracias a ella, hoy tenemos mazorcas en el mundo. La lagartija, a cambio, sacó de la lucha unos dedos largos y la boca que le llega hasta la última muela que aún conserva en nuestros días.

El fuego conquistó colocarlo un lorito. Pero dueño también del «tambor de los diluvios», el «Mezquino», viendo que se le escapaba con un tizón atrapado con el pico, desató auténticos vendavales de lluvia. El lorito consiguió depositar el palo-encendido en el tronco hueco de un árbol y salió a refrescarse bajo el agua. Del contraste el pico se le cayó y quedó tan pequeño y curvo como le tiene ahora. Pero gracias al combate del lorito contra el «Mezquino» nos calentamos con fuego y comemos caliente.


2.- Si se pretendiera buscar en toda América Latina una abreviatura con el nombre de Eduardo, sin duda sería Duri. Por eso, a Eduardo Galeano hay que llamarlo así. Duri hace un par de semanas nos regaló un susto. Decidió, sin advertirnos, que iba a boxear con el pajarraco de la muerte. Tuvo además la indelicadeza de no enviarnos ninguna invitación para el combate. Sólo Helena y Mariana asistieron. De hecho, al comienzo su contrincante le largó un derechazo serio. El pajarraco le atacó a traición en su punto más débil: el corazón. Como ocurre que cuando no se quieren tener cicatrices en el alma, no queda más remedo que tenerlas en el cuerpo, Duri ha estado con cables y pantallas quince días en un hospital catalán.


3.- Pero al igual que el lorito, Duri lucha contra el «Mezquino». Caza a diario palabras y les pone alitas para que sean pájaros o mitos del sueño. Les coloca en los puños guantes para que sepan defenderse solas si les atacan. Va y les dice: «Caminen y recorran el mundo. Quédense solo en los hogares que necesiten caricias». A veces las cubre con papelitos de furia y odio y las lanza fuerte con las aldabas y los cerrojos. El «Mezquino» también contesta a los golpes. Sus palabras las saca de un sombrero de copa. El prestidigitador busca un nombre para la cárcel de Montevideo y la llama Libertad. Al infierno del crimen lo llama desaparecidos. A las oscuras mazmorras de la desolación las llama siquiátricos 53-N-54-. A las invasiones del pálpito y el aire las llama solidaridad.

En esa pelea Galeano, es decir, un lorito llamado Dori, ha dejado K. O. a su enemigo, a nuestro enemigo. Levanto mi copa por ello.

Julio Vélez




(Se ha mantenido la grafía, excepto el quédense con el acento en su lugar)


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