sábado, 30 de noviembre de 2013

Y SI DESPUÉS DE TANTAS PALABRAS... / César Vallejo





Y SI DESPUÉS DE TANTAS PALABRAS...

¡Y si después de tantas palabras,
no sobrevive la palabra!
¡Si después de las alas de los pájaros,
no sobrevive el pájaro parado!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo y acabemos!
¡Haber nacido para vivir de nuestra muerte!
¡Levantarse del cielo hacia la tierra
por sus propios desastres
y espiar el momento de apagar con su sombra su tiniebla!
¡Más valdría, francamente,
que se lo coman todo y qué más da...!
¡Y si después de tanta historia, sucumbimos,
no ya de eternidad,
sino de esas cosas sencillas, como estar
en la casa o ponerse a cavilar!
¡Y si luego encontramos,
de buenas a primeras, que vivimos,
a juzgar por la altura de los astros,
por el peine y las manchas del pañuelo!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo, desde luego!
Se dirá que tenemos
en uno de los ojos mucha pena
y también en el otro, mucha pena
y en los dos, cuando miran, mucha pena...
Entonces... ¡Claro!... Entonces... ¡ni palabra!
Calor, cansado voy con mi oro, a donde
acaba mi enemigo de quererme.
¡C'est Septembre attiédi, por ti, Febrero!
Es como si me hubieran puesto aretes.
París, y 4, y 5, y la ansiedad
colgada, en el calor, de mi hecho muerto.
¡c'est Paris, reine du monde!
Es como si se hubieran orinado.
Hojas amargas de mensual tamaño
y hojas del Luxemburgo polvorosas.
iC'est 1'été, por ti, invierno de alta pleura!
Es como si se hubieran dado vuelta.
Calor, París, Otoño, ¡cuánto estío
en medio del calor y de la urbe!
¡C'est la vie, mort de la Mort!
Es como si contaran mis pisadas.
¡Es como si me hubieran puesto aretes!
¡Es como si se hubieran orinado!
¡Es como si te hubieras dado vuelta!
¡Es como si contaran mis pisadas!
Un pilar soportando consuelos,
pilar otro,
pilar en duplicado, pilaroso
y como nieto de una puerta oscura.
Ruido perdido, el uno, oyendo, al borde del cansancio;
bebiendo, el otro, dos a dos, con asas.
¿Ignoro acaso el año de este día,
el odio de este amor, las tablas de esta frente?
¿Ignoro que esta tarde cuesta días?
¿Ignoro que jamás se dice < nunca» , de rodillas?
Los pilares que vi me están oyendo;
otros pilares son, doses y nietos tristes de mi pierna.
¡Lo digo en cobre americano,
que le debe a la plata tánto fuego!
Consolado en terceras nupcias,
pálido, nacido,
voy a cerrar mi pila bautismal, esta vidriera,
este susto con tetas,
este dedo en capilla,
corazónmente unido a mi esqueleto.
A1 cavilar en la vida, al cavilar
despacio en el esfuerzo del torrente,
alivia, ofrece asiento el existir,
condena a muerte;
envuelto en trapos blancos cae,
cae planetariamente
el clavo hervido en pesadumbre; cae!
(Acritud oficial, la de mi izquierda;
viejo bolsillo, en sí considerada, esta derecha.)
¡Todo está alegre, menos mi alegría
y todo, largo, menos mi candor,
mi incertidumbre!
A juzgar por la forma, no obstante, voy de frente,
cojeando antiguamente,
y olvido por mis lágrimas mis ojos (Muy interesante)
y subo hasta mis pies desde mi estrella.
Tejo; de haber hilado, héme tejiendo.
Busco lo que me sigue y se me esconde entre arzobispos,
por debajo de mi alma y tras del humo de mi aliento.
Tal era la sensual desolación
de la cabra doncella que ascendía,
exhalando petróleos fatídicos,
ayer domingo en que perdí mi sábado.
Tal es la muerte, con su audaz marido.


César Vallejo



***

jueves, 28 de noviembre de 2013

Alejandra Pizarnik





Sala de psicopatología

Después de años en Europa
Quiero decir París, Saint- Tropez, Cap
St. Pierre, Provence, Florencia, Siena,
Roma, Capri, Ischia, San Sebastián,
Santíllana del Mar, Marbella,
Segovia, Ávila, Santiago,
                 y tanto
                 y tanto
                 por no hablar de New York y del West Víllage con rastros de
muchachas estranguladas
          - quiero que me estrangule un negro - dijo
           - lo que querés es que te viole - dije (¡oh Sigmund! con vos se
             acabaron los hombres del mercado matrimonial que frecuenté en
             las mejores playas de Europa) y como soy tan inteligente que ya no sirvo para nada,
          y como he soñado tanto que ya no soy de este mundo,
          aquí estoy, entre las inocentes almas de la sala 18,
          persuadiéndome día a día
         de que la sala, las almas puras y yo tenemos sentido, tenemos destino,
         - una señora originaria del más oscuro barrio de un pueblo que no
          figura en el mapa dice:
         - El dotor me dijo que tengo problemas. Yo no sé. Yo tengo algo
         aquí (se toca las tetas) y unas ganas de llorar que mama mía.
         Nietzsche: «Esta noche tendré una madre o dejaré de ser.»
         Strindberg: «El sol, madre, el sol.»
         P. Éluard: «Hay que pegar a la madre mientras es joven.»
         Sí, señora, la madre es un animal carnívoro que ama la vegetación lujuriosa. A la hora que la parió                abre las piernas, ignorante del sentido de su posición destinada a dar a luz, a tierra, a fuego, a aire,                pero luego una quiere volver a entrar en esa maldita concha,
         después de haber intentado nacerse sola sacando mi cabeza por mi
         útero
                (y como no pude, busco morir y entrar en la pestilente guarida de
                 la oculta ocultadora cuya función es ocultar)
                 hablo de la concha y hablo de la muerte,
                 todo es concha, yo he lamido conchas en varios países y sólo
        sentí orgullo por mi virtuosismo - la mahtma gandhi del lengüeteo, la
        Einstein de la mineta, la Reich del lengüetazo, la Reik del abrirse
        camino entre pelos como de rabinos desaseados - ¡oh el goce de la
        roña!
               Ustedes, los mediquitos de la 18 son tiernos y hasta besan al leproso, pero
               ¿se casarían con el leproso?
               Un instante de inmersión en lo bajo y en lo oscuro,
               sí, de eso son capaces,
               pero luego viene la vocecita que acompaña a los jovencitos como ustedes:
               - ¿Podrías hacer un chiste con todo esto, no?
Y
sí,
aquí en el Pirovano
hay almas que NO SABEN
por qué recibieron la visita de las desgracias.
Pretenden explicaciones lógicas los pobres pobrecitos, quieren que la sala - verdadera pocilga- esté muy limpia, porque la roña les da terror, y el desorden, y la soledad de los días vacíos habitados por anti­guos fantasmas emigrantes de las maravillosas e ilícitas pasiones de la infancia.
Oh, he besado tantas pijas para encontrarme de repente en una sala llena de carne de prisión donde las mujeres vienen y van hablando de la
mejoría.
   Pero
  ¿qué cosa curar?
  Y ¿por dónde empezar a curar?
   Es verdad que la psicoterapia en su forma exclusivamente verbal es casi tan bella como el suicidio.
   Se habla.
   Se amuebla el escenario vacío del silencio.
   0, si hay silencio, éste se vuelve mensaje.
- ¿Por qué está callada? ¿En qué piensa?
No pienso, al menos no ejecuto lo que llaman pensar. Asisto al ina­gotable fluir del murmullo. A veces - casi siempre- estoy húmeda. Soy una perra, a pesar de Hegel. Quisiera un tipo con una pija así y cogerme a mí y dármela hasta que acabe viendo curanderos (que sin duda me la chuparán) a fin de que me exorcisen y me procuren una buena frigidez.
Húmeda
Concha de corazón de criatura humana,
corazón que es un pequeño bebé inconsolable,
«Como un niño de pecho he acallado mi alma» (Salmo)
Ignoro qué hago en la sala 18 salvo honorarla con mi presencia prestigiosa (si me quisieran un poquito me ayudarían a anularla)
oh no es que quiera coquetear con la muerte
yo quiero solamente poner fin a esta agonía que se vuelve ridícula a fuerza de prolongarse,
(Ridículamente te han adornado para este mundo - dice una voz apiadada de mí)
Y
Que te encuentres con vos misma - dijo.
Y yo le dije:
Para reunirme con el migo de conmigo y ser una sola y misma entidad con él tengo que matar al migo para que así se muera el con y, de este modo, anulados los contrarios, la dialéctica supliciante finaliza en la fusión de los contrarios.
El suicidio determina
un cuchillo sin hoja
al que le falta el mango.

Entonces:
adiós sujeto y objeto,
todo se unifica como en otros tiempos, en el jardín de los cuentos
para niños lleno de arroyuelos de frescas aguas prenatales,
ese jardín es el centro del mundo, es el lugar de la cita, es el espacio
vuelto tiempo y el tiempo vuelto lugar, es el alto momento de la fusión
y del encuentro,
fuera del espacio profano en donde el Bien es sinónimo de evolución de sociedades de consumo,
y lejos de los enmierdantes simulacros de medir el tiempo mediante relojes, calendarios y demás objetos hostiles,
lejos de las ciudades en las que se compra y se vende (oh, en ese jardín para la niña que fui, la pálida alucinada en los suburbios malsanos por los que erraba del brazo de las sombras: niña, mi querida niña que no has tenido madre (ni padre, es obvio).
De modo que arrastré mi culo hasta la sala 18,
en la que finjo creer que mi enfermedad de lejanía, de separación
de absoluta NO- ALIANZA con Ellos
- Ellos son todos y yo soy yo-
finjo, pues, que logro mejorar, finjo creer a estos muchachos de
buena voluntad (¡oh, los buenos sentimientos!) me podrán ayudar,
pero a veces - a menudo- los recontraputeo desde mis sombras ínteriores que estos mediquillitos jamás sabrán conocer (la profundidad, cuanto más profunda, más indecible) y los puteo porque evoco a mi amado viejo, el Dr. Pichon R., tan hijo de puta como nunca lo será ninguno de los mediquitos (tan buenos, hélas!) de esta sala,
pero mi viejo se me muere y éstos hablan y, lo peor, éstos tienen cuerpos nuevos, sanos (maldita palabra) en tanto mi viejo agoniza en la miseria por no haber sabido ser un mierda práctico, por haber afron­tado el terrible misterio que es la destrucción de un alma, por haber hurgado en lo oculto como un pírata no poco funesto pues las mone­das de oro del inconsciente llevaban carne de ahorcado, y en un recin­to lleno de espejos rotos y sal volcada-­
viejo remaldito, especie de aborto pestífero de fantasmas sifilíticos,
cómo te adoro en tu tortuosidad solamente parecida a la mía,
y cabe decir que siempre desconfié de tu genio (no sos genial; sos un saqueador y un plagiario) y a la vez te confié,
oh, es a vos que mi tesoro fue confiado,
te quiero tanto que mataría a todos estos médicos adolescentes para darte a beber de su sangre y que vos vivas un minuto, un siglo más,
(vos, yo, a quienes la vida no nos merece)

Sala 18
cuando pienso en laborterapia me arrancaría los ojos en una casa en ruinas y me los comería pensando en mis años de escritura continua,
15 o 20 horas escribiendo sin cesar, aguzada por el demonio de las analogías, tratando de configurar mi atroz materia verbal errante,
porque - oh viejo hermoso Sigmund Freud- la ciencia psicoanalíti­ca se olvidó la llave en algún lado:
abrir se abre
pero ¿cómo cerrar la herida?

El alma sufre sin tregua, sin piedad, y los malos médicos no resta­ñan la herida que supura.
El hombre está herido por una desgarradura que tal vez, o segura­mente, le ha causado la vida que nos dan.
«Cambiar la vida» (Marx)
«Cambiar el hombre» (Rimbaud)

Freud:

«La pequeña A. está embellecida por la desobediencia», (Cartas...)
Freud: poeta trágico. Demasiado enamorado de la poesía clásica. Sin duda, muchas claves las extrajo de «los filósofos de la naturaleza», de «los románticos alemanes» y, sobre todo, de mi amadísimo Lichtenberg, el genial físico y matemático que escribía en su Diario cosas como:
«Él le había puesto nombres a sus dos pantuflas»
Algo solo estaba, ¿no?
(¡Oh, Lichtenberg, pequeño jorobado, yo te hubiera amado')
Y a Kierkegaard
Y a Dostoyevski
Y sobre todo a Kafka
a quien le pasó lo que a mí, si bien él era púdico y casto - «¿Qué hice del don del sexo?» - y yo soy una pajera como no existe otra;
pero le pasó (a Kafka) lo que a mí:
se separó
fue demasiado lejos en la soledad
y supo - tuvo que saber­
que de allí no se vuelve

se alejó - me alejé­
no por desprecio (claro es que nuestro orgullo es infernal)
sino porque una es extranjera
una es de otra parte,
ellos se casan,
procrean,
veranean,
tienen horarios,
no se asustan por la tenebrosa
ambigüedad del lenguaje
(No es lo mismo decir Buenas noches que decir Buenas noches)

El lenguaje
-yo no puedo más,
alma mía, pequeña inexistente,
decidíte;
te las picás o te quedás,
pero no me toques así,
con pavura, con confusión,
o te vas o te las picás,
yo, por mi parte, no puedo más.


Alejandra Pizarnik
En Textos de sombra




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martes, 26 de noviembre de 2013

RAMÓN IRIGOYEN





ARTE POÉTICA

Every poem an epitaph
T.S. ELIOT


Un poema si no es una pedrada
- y en la sien –
es un fiambre de palabras muertas
si no es una pedrada que partiendo
de una honda certera
se incrusta en una sien
y ya hay un muerto.


RAMÓN IRIGOYEN



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domingo, 24 de noviembre de 2013

César Vallejo / PARÍS, OCTUBRE 1936




PARÍS, OCTUBRE 1936

De todo esto yo soy el único que parte.
De este banco me voy, de mis calzones,
de mi gran situación, de mis acciones,
de mi número hendido parte a parte,
de todo esto yo soy el único que parte.
De los Campos Elíseos al dar vuelta
la extraña callejuela de la luna,
mi defunción se va, parte de mi cuna,
y, rodeada de gente, sola, suelta,
mi semejanza humana dase vuelta
y despacha sus sombras una a una.
Y me alejo de todo, porque todo
se queda para hacer la coartada:
mi zapato, su ojal, también su lodo
y hasta el doblez del codo
de mi propia camisa abotonada.

César Vallejo



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viernes, 22 de noviembre de 2013

Oliverio Girondo / Tres (de Veinte poemas para ser leídos en el tranvía)





Café-concierto

Las notas del pistón describen trayectorias de cohete, vacilan en el aire, se apagan antes de darse contra el suelo.

Salen unos ojos pantanosos, con mal olor, unos dientes podridos por el dulzor de las romanzas, unas piernas que hacen humear el escenario.

La mirada del público tiene más densidad y más calorías que cualquier otra, es una mirada corrosiva que atraviesa las mallas y apergamina la piel de las artistas.

Hay un grupo de marineros encandilados ante el faro que un “maquereau” tiene en el dedo meñique, una reunión de prostitutas con un relente a puerto, un inglés que fabrica niebla con sus pupilas y su pipa.

La camarera me trae, en una bandeja lunar, sus senos semi-desnudos... unos senos que me llevaría para calentarme los pies cuando me acueste.

El telón, al cerrarse, simula un telón entreabierto.

Brest, agosto, 1920






Exvoto

A las chicas de Flores

Las chicas de Flores, tienen los ojos dulces, como las almendras azucaradas de la Confitería del Molino, y usan moños de seda que les liban las nalgas en un aleteo de mariposa.

Las chicas de Flores, se pasean tomadas de los brazos, para transmitirse sus estremecimientos, y si alguien las mira en las pupilas, aprietan las piernas, de miedo de que el sexo se les caiga en la vereda.

Al atardecer, todas ellas cuelgan sus pechos sin madurar del ramaje de hierro de los balcones, para que sus vestidos se empurpuren al sentirlas desnudas, y de noche, a remolque de sus mamas —empavesadas como fragatas— van a pasearse por la plaza, para que los hombres les eyaculen palabras al oído, y sus pezones fosforescentes se enciendan y se apaguen como luciérnagas.

Las chicas de Flores, viven en la angustia de que las nalgas se les pudran, como manzanas que se han dejado pasar, y el deseo de los hombres las sofoca tanto, que a veces quisieran desembarazarse de él como de un corsé, ya que no tienen el coraje de cortarse el cuerpo a pedacitos y arrojárselo, a todos los que les pasan la vereda.

Buenos Aires, octubre, 1920




Pedestre

En el fondo de la calle, un edificio público aspira el mal olor de la ciudad.

Las sombras se quiebran el espinazo en los umbrales, se acuestan para fornicar en la vereda.

Con un brazo prendido a la pared, un farol apagado tiene la visión convexa de la gente que pasa en automóvil.

Las miradas de los transeúntes ensucian las cosas que se exhiben en los escaparates, adelgazan las piernas que cuelgan bajo las capotas de las victorias.

Junto al cordón de la vereda un quiosco acaba de tragarse una mujer.

Pasa: una inglesa idéntica a un farol. Un tranvía que es un colegio sobre ruedas. Un perro fracasado, con ojos de prostituta que nos da vergüenza mirarlo y dejarlo pasar.

De repente: el vigilante de la esquina detiene de un golpe de batuta todos los estremecimientos de la ciudad, para que se oiga en un solo susurro, el susurro de todos los senos al rozarse.

Buenos Aires, agosto, 1920


En Veinte poemas para ser leídos en el tranvía (1922)
Obra, Buenos Aires, Losada, 1968

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miércoles, 20 de noviembre de 2013

Oda a la vida retirada / de fray luis de león




Oda a la vida retirada / de fray luis de león


¡Qué descansada vida
la del que huye el mundanal ruido
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!

Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio moro, en jaspes sustentado.

No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.

¿Qué presta a mi contento,
si soy del vano dedo señalado,
si en busca de este viento
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?

¡Oh monte, oh fuente, oh río!
¡Oh secreto seguro, deleitoso!
Roto casi el navío
a vuestro almo reposo,
huyo de aqueste mar tempestuoso.

Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de quien la sangre ensalza o el dinero.

Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido,
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio está atenido.

Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.

Del monte en la ladera
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera,
de bella flor cubierto,
ya muestra en esperanza el fruto cierto.

Y como codiciosa
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.

Y luego sosegada,
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo,
y con diversas flores va esparciendo.

El aire el huerto orea
y ofrece mil olores al sentido,
los árboles menea
con un manso rüido
que del oro y del cetro pone olvido.

Ténganse su tesoro
los que de un falso leño se confían:
no es mío ver el lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.

La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna, al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía.

A mí una pobrecilla
mesa de amable paz bien abastada
me basta, y la vajilla
de fino oro labrada
sea de quien la mar no teme airada.

Y mientras miserable
mente se están los otros abrasando
con sed insacïable
del no durable mando,
tendido yo a la sombra esté cantando

A la sombra tendido,
de hiedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce, acordado
del plectro sabiamente meneado.

***




lunes, 18 de noviembre de 2013

CONFIANZA EN EL ANTEOJO, NÓ EN EL OJO; / César Vallejo





CONFIANZA EN EL ANTEOJO, NÓ EN EL OJO;
en la escalera, nunca en el peldaño;
en el ala, nó en el ave
y en ti sólo, en ti sólo, en ti sólo.
Confianza en la maldad, nó en el malvado;
en el vaso, mas nunca en el licor;
en el cadáver, no en el hombre
y en ti sólo, en ti sólo, en ti sólo.
Confianza en muchos, pero ya no en uno;
en el cauce, jamás en la corriente;
en los calzones, no en las piernas
y en ti sólo, en ti sólo, en ti sólo.
Confianza en la ventana, no en la puerta;
en la madre, mas no en los nueve meses;
en el destino, no en el dado de oro,
y en ti sólo, en ti sólo, en ti sólo.

César Vallejo



***

sábado, 16 de noviembre de 2013

César Vallejo





“Un poema, es una entidad vital mucho más orgánica que un ser orgánico en la naturaleza. A un animal se le amputa un miembro y sigue viviendo. Pero si a un poema se le amputa un verso, una palabra, una letra, un signo ortográfico, muere”.

César Vallejo



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jueves, 14 de noviembre de 2013

Tomás Tranströmer





Gógol *

El saco roído como una manada de lobos.
La cara como una lasca de mármol.
Está sentado entre sus cartas
en el soto que susurra
escarnio y errores,
sí, el corazón sopla como un papel los pasajes
inhóspitos.
Ya el ocaso avanza a hurtadillas
como un zorro sobre este país,
pega fuego a la hierba en un minuto.
El espacio está lleno de cuernos y pezuñas
y abajo se desliza como sombra entre las fincas
alumbradas de mi padre.

Petersburgo a la misma altitud que la derrota
(¿viste a la hermosa en la torre inclinada?)
y en los barrios cubiertos de hielo
vaga aún como imán el pobre hombre en su capa.
Y aquí, envuelto en cuaresmas, está él,
antes rodeado de las tropas de la risa
que se fue hace tiempo a las regiones más distantes
que los árboles-fronteras.
La mesa tambaleante de hombres.
¡Mira hacia afuera cómo la oscuridad fija con fuego
una vía láctea de almas!
¡Carro de fuego que se va del país!



Tomás Tranströmer (Estocolmo, 1931), versión de Homero Aridjis, Traslaciones. Poetas traductores 1939-1959, recopilación de Tedi López Mills, Fondo de Cultura Económica, México, 2011 [edición no bilingüe]

* Traducción en colaboración con Pierre Zekeli.




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martes, 12 de noviembre de 2013

Mahmud Darwix




 Lo que queda de vida


Si me dijeran: Esta tarde será tu última tarde,
¿qué vas a hacer el tiempo que te queda?
―Miraré el reloj,
me beberé un zumo,
morderé una manzana
y me eternizaré mirando a una hormiga
que ha encontrado sustento...
Miraré de nuevo el reloj:
Me da tiempo a afeitarme
y a meterme en la bañera / Murmuraré:
«Para escribir, hay que estar presentable,
algo azul, por ejemplo...»
Me sentaré hasta mediodía, aún vivo:
las palabras carecen de color,
blanco, blanco, blanco...

Me haré la comida por última vez,
llenaré dos copas de vino,
no sea que venga alguien.
Echaré un sueño entre dos sueños
y me despertarán mis ronquidos...
Miraré de nuevo el reloj:
Me da tiempo a leer algo.
Leeré un poco de Dante y la mitad de una vieja casida,
y veré cómo la vida se va
con los demás, y no me preguntaré quién
va a llenar su vacío.
―¿Eso es?
―Eso es.
―¿Y luego?
―Me peinaré,
tiraré el poema, este poema,
a la papelera,
me pondré la camisa italiana más nueva
y me despediré de mí mismo
con violines de España.
Luego,
me iré andando
al cementerio.


 Mahmud Darwix


La huella de la mariposa.
Traducción de Luz Gómez García.
Pre-Textos. Valencia, 2013.


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domingo, 10 de noviembre de 2013

En la oficina / Robert Walser





En la oficina

La luna desde fuera nos contempla,
y me ve a mí,
pobre criado distraído, bajo
la estrecha mirada de mi patrón,
cómo con timidez me rasco el cuello.
No, nunca conocí rayos solares
que una vida duraran,
ni los conoceré. La carencia es mi sino;
me agobia tener que rascarme el cuello
bajo la mirada de mi patrón.
Es la luna la herida de la noche,
gotas de sangre, las estrellas todas.
Como la dicha me queda muy lejos,
me he vuelto comedido;
es la luna la herida de la noche

Robert Walser


Robert Walser. Poemas - Blancanieves
Traducción de Carlos Ortega
Barcelona, Icaria, 1997


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viernes, 8 de noviembre de 2013

Juako Escaso. Mañana sin amo.





¿Y si llega un día en que un Mosso
d'Esquadra pierda un ojo por disparos
de los manifestantes?

Entonces quizá podamos sentarnos
y definir la violencia.




***



¿Quién será la primera en rebelarse
contra quienes al amparo de la ley impunemente
violentan, agreden y torturan?

¿Cuántas la seguirán tras comprender
que es el único camino?

¿Y qué cifra será necesaria
para reconocer en ello la normalidad
y no una desviación o directamente
un acto de terrorismo?



***



La crisis no será el final
de esta tragedia

por eso urge hallar
nuevos senderos:

el capitalismo reserva
horrores aún no imaginados

horizontes de dolor
por explorar



***



La diferencia entre el treinta y seis
y esto es grosso modo:

la extinción de las ideas
la lobotomía consumista
y la firme voluntad
de esposarnos al grillete
del mercado global

En estas condiciones la guerra
-piensa satisfecha
la cúpula capitalista- resulta
(por ahora) innecesaria





Juako Escaso. Mañana sin amo. Ed. La oveja roja, 2013





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miércoles, 6 de noviembre de 2013

Antonio Orihuela / BAJO TOLERANCIA




BAJO TOLERANCIA

I

Cuando, antes de soltar la artillería, el Gobierno
te dice que hay que ser tolerantes, malo,
prepara la cartera,
pide a Dios no tener niños en la escuela,
ni enfermedades,
ni pocos años como para que te hagan un contrato basura,
ni demasiados como para que seas tú el que directamente vaya a la basura.
Prepárate para una nueva lluvia de impuestos indirectos
que significan que la descarga es equitativa y democrática,
porque lo que no hay son cojones para hacerles pagar a los privilegiados
sus privilegios.
Esa es la efectiva tolerancia del sistema con los de arriba.

II

Mis amigos poetas
afirman que me quejo demasiado,
que la verdad, es difícil entrar en los países de la tolerancia,
pero una vez dentro,
la tolerancia
es que te la encuentras hasta en los semáforos en hora punta.
Tolerancia con el negro, con el marrón, con el amarillo
mientras trabajen por dos y cobren por medio,
con la sudaca, a mil quinientas la criada
y polvo gratis si se tercia.
Que para malos,
ya hizo Dios los skinheads.
iNosotros, por Dios, nosotros!
trozo de pan a la boca de mis hijos,
chalesito residensial, Ferrari uno por Testa Rossa de la familia,
casita en el Rrrrosssío, potrito jerezano.
i Nosotros
por Dios
nosotros!

III

Espero, sigo esperando, que en medio de tanta tolerancia
les dé a algunos, un día, por hacer la revolución,
por volver a colocar las palabras en su sitio
y dejar así de hacer poemas como éste
estéticamente malos
y dedicarme yo también
en alma y alma
a eso del azul, el cisne
y los versos más tristes.


Antonio Orihuela


***

lunes, 4 de noviembre de 2013

Juan Gelman





EL PERRO                                                              
 

El poema no pide de comer. Come
los pobres platos que
gente sin vergüenza o pudor
le sirve en medio de la noche.
La palabra divina ya no existe. ¿Qué puede
hacer el poema, sino
contentarse con lo que le dan?
Después aullará por ahí
sin respuesta, será
otro perro perdido
en la ciudad impiadosa.

Juan Gelman

(De “Valer la Pena”. México, 1996-2000)



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sábado, 2 de noviembre de 2013

Denise Levertov





LA VIDA A NUESTRO ALREDEDOR


Para David Mitchell y David Hass



El álamo y el roble, toda la noche
despiertos. Y con
todos los climas de todos los días del año.
Hay una conciencia
indefinida.
El crepúsculo de ayer, casi finales
de agosto, duró, variando lentamente,
hasta el amanecer. Los sonidos del hombre
se silenciaron detrás de las cortinas.
Ningún ser humano vio la noche en este jardín
deslizando su azul en la mañana.
Sólo los árboles ciegos,
sin neuronas, la vivieron
y la conocieron por completo.


Denise Levertov



(de "Poems 1968-1972", New Directions Publishing Corporation, 1987.)
Versión en castellano de Sandra Toro





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