Al
corazón de azufre, a la carne de estopa...
Al corazón de azufre, a la carne de estopa,
a los huesos que son de seco leño;
al alma sin guía y sin freno
al desear pronto, a la gracia extrema;
a la ciega razón, débil y coja,
al muérdago, a los lazos de los que el mundo es pleno,
no es asombroso ver en un relámpago
arder en el primer fuego con que topan.
Al arte bella que, si del cielo consigo
cada uno trae, vence a la natura,
aun cuando ésta apremia en todo sitio:
si yo nací a aquélla ni sordo ni ciego,
proporcionado a quien el corazón me enciende y roba,
culpa es de quien me ha destinado al fuego.
Michelangelo Buonarroti (Caprese, 1475- Roma, 1564), Rime, Universale Laterza, Bari, 1967
Al corazón de azufre, a la carne de estopa,
a los huesos que son de seco leño;
al alma sin guía y sin freno
al desear pronto, a la gracia extrema;
a la ciega razón, débil y coja,
al muérdago, a los lazos de los que el mundo es pleno,
no es asombroso ver en un relámpago
arder en el primer fuego con que topan.
Al arte bella que, si del cielo consigo
cada uno trae, vence a la natura,
aun cuando ésta apremia en todo sitio:
si yo nací a aquélla ni sordo ni ciego,
proporcionado a quien el corazón me enciende y roba,
culpa es de quien me ha destinado al fuego.
Michelangelo Buonarroti (Caprese, 1475- Roma, 1564), Rime, Universale Laterza, Bari, 1967
Versión de J. Aulicino
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