jueves, 27 de febrero de 2014

Proverbios y cantares / Antonio Machado






Proverbios y cantares

1.    Nunca perseguí la gloria
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse.

2. ¿Para qué llamar caminos
a los surcos del azar?...
Todo el que camina anda,
como Jesús, sobre el mar.

3. A quien nos justifica nuestra desconfianza
llamamos enemigo, ladrón de una esperanza.
Jamás perdona el necio si ve la nuez vacía
que dio a cascar al diente de la sabiduría.

4. Nuestras horas son minutos
cuando esperamos saber,
y siglos cuando sabemos
lo que se puede aprender.

5. Ni vale nada el fruto
cogido sin sazón...
Ni aunque te elogie un bruto
ha de tener razón.

6. De lo que llaman los hombres
virtud, justicia y bondad,
una mitad es envidia,
y la otra, no es caridad.

7. Yo he visto garras fieras en las pulidas manos;
conozco grajos mélicos y líricos marranos...
El más truhán se lleva la mano al corazón,
y el bruto más espeso se carga de razón.

8. En preguntar lo que sabes
el tiempo no has de perder..
Y a preguntas sin respuesta
¿quién te podrá responder?

9. El hombre, a quien el hambre de la rapiña acucia,
de ingénita malicia y natural astucia,
formó la inteligencia y acaparó la tierra.
¡Y aun la verdad proclama! ¡Supremo ardid de guerra!

10. La envidia de la virtud
hizo a Caín criminal.
¡Gloria a Caín! Hoy el vicio
es lo que se envidia más.





11. La mano del piadoso nos quita siempre honor;
mas nunca ofende al damos su mano el lidiador.
Virtud es fortaleza, ser bueno es ser valiente;
escudo, espada y maza llevar bajo la frente
porque el valor honrado de todas armas viste:
no sólo para, hiere, y más que aguarda, embiste.
Que la piqueta arruine, y el látigo flagele;
la fragua ablande el hierro, la lima pula y gaste,
y que el buril burile, y que el cincel cincele,
la espada punce y hienda y el gran martillo aplaste.


12. ¡Ojos que a luz se abrieron
un día para, después,
ciegos tornar a la tierra,
hartos de mirar sin ver!

13. Es el mejor de los buenos
quien sabe que en esta vida
todo es cuestión de medida:
un poco más, algo menos...

14. Virtud es la alegría que alivia el corazón
más grave y desarruga el ceño de Catón.
El bueno es el que guarda, cual venta del camino,
para el sediento el agua, para el borracho el vino.

15. Cantad conmigo en coro: Saber, nada sabemos,
de arcano mar vinimos, a ignota mar iremos...
Y entre los dos misterios está el enigma grave;
tres arcas cierra una desconocida llave.
La luz nada ilumina y el sabio nada enseña.
¿Qué dice la palabra? ¿Qué el agua de la peña?

16. El hombre es por natura la bestia paradójica,
un animal absurdo que necesita lógica.
Creó de nada un mundo y, su obra terminada,
«Ya estoy en el secreto -se dijo-, todo es nada.»

17. El hombre sólo es rico en hipocresía.
En sus diez mil disfraces para engañar confía;
y con la doble llave que guarda su mansión
para la ajena hace ganzúa de ladrón.

18. ¡Ah, cuando yo era niño
soñaba con los héroes de la Ilíada!
Ayax era más fuerte que Diómedes,
Héctor, más fuerte que Ayax,
y Aquiles el más fuerte; porque era
el más fuerte... ¡Inocencias de la infancia!
¡Ah, cuando yo era niño
soñaba con los héroes de la Ilíada!

19. El casca-nueces-vacías,
Colón de cien vanidades,
vive de supercherías
que vende como verdades.

20. ¡Teresa, alma de fuego,
Juan de la Cruz, espíritu de llama
por aquí hay mucho frío, padres, nuestros
corazoncitos de Jesús se apagan!

21. Ayer soñé que veía
a Dios y que a Dios hablaba;
y soñé que Dios me oía...
Después soñé que soñaba.

22. Cosas de hombres y mujeres,
los amoríos de ayer,
casi los tengo olvidados,
si fueron alguna vez.

23. No extrañéis, dulces amigos,
que esté mi frente arrugada;
yo vivo en paz con los hombres
y en guerra con mis entrañas.

24. De diez cabezas, nueve
embisten y una piensa.
Nunca extrañéis que un bruto
se descuerne luchando por la idea. 








25. Las abejas de las flores
sacan miel, y melodía
del amor, los ruiseñores;
Dante y yo -perdón, señores-,
trocamos -perdón, Lucía-,
el amor en Teología.

26. Poned sobre los campos
un carbonero, un sabio y un poeta.
Veréis cómo el poeta admira y calla,
el sabio mira y piensa...
Seguramente, el carbonero busca
las moras o las setas.
Llevadlos al teatro
y sólo el carbonero no bosteza.
Quien prefiere lo vivo a lo pintado
es el hombre que piensa, canta o sueña.
El carbonero tiene
llena de fantasías la cabeza.

27. ¿Dónde está la utilidad
de nuestras utilidades?
Volvamos a la verdad:
vanidad de vanidades.

28. Todo hombre tiene dos
batallas que pelear:
en sueños lucha con Dios;
y despierto, con el mar.

29. Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.

30. El que espera desespera,
dice la voz popular.
¡Qué verdad tan verdadera!

La verdad es lo que es,
y sigue siendo verdad
aunque se piense al revés.

31. Corazón, ayer sonoro,
¿ya no suena
tu monedilla de oro?
Tu alcancía,
antes que el tiempo la rompa,
¿se irá quedando vacía?
Confiemos
en que no será verdad
nada de lo que sabemos.

32. ¡Oh fe del meditabundo!
¡Oh fe después del pensar!
Sólo si viene un corazón al mundo
rebosa el vaso humano y se hincha el mar.

33. Soñé a Dios como una fragua
de fuego, que ablanda el hierro,
como un forjador de espadas,
como un bruñidor de aceros,
que iba firmando en las hojas
de luz: Libertad. -Imperio.

34. Yo amo a Jesús, que nos dijo
Cielo y tierra pasarán.
Cuando cielo y tierra pasen
mi palabra quedará.
¿Cuál fue, Jesús, tu palabra?
¿Amor? ¿Perdón? ¿Caridad?
Todas tus palabras fueron
una palabra: Velad.

35. Hay dos modos de conciencia:
una es luz, y otra, paciencia.
Una estriba en alumbrar
un poquito el hondo mar;
otra, en hacer penitencia
con caña o red, y esperar
el pez, como pescador.
Dime tú. ¿Cuál es mejor?
¿Conciencia de visionario
que mira en el hondo acuario
peces vivos,
fugitivos,
que no se pueden pescar,
o esa maldita faena
de ir arrojando a la arena,
muertos, los peces del mar?

36. Fe empirista. Ni somos ni seremos.
Todo nuestro vivir es emprestado.
Nada trajimos; nada llevaremos.

37. ¿Dices que nada se crea?
No te importe, con el barro
de la tierra, haz una copa
para que beba tu hermano.

38. ¿Dices que nada se crea?
Alfarero, a tus cacharros.
Haz tu copa y no te importe
si no puedes hacer barro.

39. Dicen que el ave divina
trocada en pobre gallina,
por obra de las tijeras
de aquel sabio profesor
(fue Kant un esquilador
de las aves altaneras;
toda su filosofía,
un sport de cetrería),
dicen que quiere saltar
las tapias del corralón,
y volar
otra vez, hacia Platón.
¡Hurra! ¡Sea!
¡Feliz será quien lo vea!




40. Sí, cada uno y todos sobre la tierra iguales:
el ómnibus que arrastran dos pencos matalones,
por el camino, a tumbos, hacia las estaciones,
el ómnibus completo de viajeros banales,
y en medio un hombre mudo, hipocondríaco, austero,
a quien se cuentan cosas y a quien se ofrece vino...
Y allá, cuando se llegue, ¿descenderá un viajero
no más? ¿O habránse todos quedado en el camino?

41. Bueno es saber que los vasos
nos sirven para beber;
lo malo es que no sabemos
para qué sirve la sed.

42. ¿Dices que nada se pierde?
Si esta copa de cristal
se me rompe, nunca en ella
beberé, nunca jamás.

43. Dices que nada se pierde,
y acaso dices verdad;
pero todo lo perdemos
y todo nos perderá.

44. Todo pasa y todo queda;
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.

45. Morir... ¿Caer como gota
de mar en el mar inmenso?
¿O ser lo que nunca ha sido:
uno, sin sombra y sin sueño,
un solitario que avanza
sin camino y sin espejo?

46. Anoche soné que oía
a Dios, gritándome: ¡Alerta!
Luego era Dios quien dormía,
y yo gritaba: ¡Despierta!

47. Cuatro cosas tiene el hombre
que no sirven en la mar:
ancla, gobernalle y remos,
y miedo de naufragar.

48. Mirando mi calavera
un nuevo Hamlet dirá:
He aquí un lindo fósil de una
careta de carnaval.

49. Ya noto, al paso que me torno viejo,
que en el inmenso espejo,
donde orgulloso me miraba un día,
era el azogue lo que yo ponía.
Al espejo del fondo de mi casa
una mano fatal
ya rayendo el azogue, y todo pasa
por él como la luz por el cristal. 




50. -Nuestro español bosteza.
¿Es hambre? ¿Sueño? ¿Hastío?
Doctor, ¿tendrá el estómago vacío?
-El vacío es más bien en la cabeza.

51. Luz del alma, luz divina,
faro, antorcha, estrella, sol...
Un hombre a tientas camina;
lleva a la espalda un farol.

52. Discutiendo están dos mozos
si a la fiesta del lugar
irán por la carretera
o campo atraviesa irán.
Discutiendo y disputando
empiezan a pelear.
Ya con las trancas de pino
furiosos golpes se dan;
ya se tiran de las barbas,
que se las quieren pelar.
Ha pasado un carretero,
que va cantando un cantar:
«Romero, para ir a Roma,
lo que importa es caminar;
a Roma por todas partes,
por todas partes se va.»

53. Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Españolito que vienes
al mundo, te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.

Antonio Machado



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viernes, 21 de febrero de 2014

Julio Vélez, Jamete, Torres Naharro y Servet: Cárcel y censura / Julio Vélez Sainz




Julio Vélez, Jamete, Torres Naharro y Servet: Cárcel y censura

Julio Vélez Sainz
UCM

Una sección importante de la única novela de Julio Vélez, El bosque sumergido (Madríd, Orígenes; Premio Alcorcón de Novela Corta, 1983) está dedicada a la minuciosa reconstrucción de una tortura en una cárcel inquisitorial.  La base de la novela establece una solución de continuidad entre la opresión inquisitorial y la franquista, algo a lo que el autor no fue ajeno pues tuvo experiencias carcelarias. En la novela se insertan fragmentos de la reconstrucción del auto del escribano don Antonio Sevillano, en el que el reo Alonso de Alarcón es acusado de hereje:

dijo que la Virgen que abía fornicado con muchos y que no abía sido casada y que abía mucha jente delante, ms no se acuerda quienes eran. Y que es verdad que se acuerda que tiró un Santo Christo a un hombre. No sabe quién era. Y que es así mesmo verdad que por el tiempo que la monición dice, dijo éste que Francisca su hija estaba más virgen que Nuestra Señora del Sagrario, y que tenía mejor papo que Nuestra Señora la Virgen María. (65)

Tras esto, Vélez aprovecha para yuxtaponer, con buen tino, la experiencia carcelaria de Alarcón con la de su protagonista, Luis, indudablemente eco de  su estancia.
A la hora de realizar la edición del teatro completo de Bartolomé de Torres Naharro, quiso la casualidad que me encontrara con un documento histórico que parangona el que usa mi padre. Me refiero al caso del escultor francés Esteban Jamete quien fue detenido por la Inquisición y sometido a proceso por hereje, apóstata y encubridor entre julio de 1557 y febrero de 1558. Este fue investigado por la inquisición por una denuncia de varios compañeros de trabajo e incluso de familiares. Jamete dijo en la audiencia que el Padre en su tallado de la Trinidad no debía ser representado como anciano, ni el hijo como joven

«sino que avían de yr en una misma figura e semejanza porque aunque son tres personas son un solo dios e una eternidad» tal y como había leído en «el libro de la Propaladia especial en ciertas preguntas e respuestas sobre ello de que allí se trata»

La Propaladia  es un libro de Torrres Naharro, el principal autor teatral del momento hasta su inclusión en los índices de la Inquisición, lo que cercenó su difusión. El escultor Jamete se refería a una sección del Diálogo del nacimiento (obra que, además, fue expurgada en la edición que la Inquisición sacó en 1573) en la que se hace un distingo las tres figuras de Dios en un eco de la diatriba sobre la existencia de la Trinidad de autores ya abiertamente “herejes” como Miguel Servet.

Jamete fue sentenciado a «reconciliacion en forma”: tres años en la cárcel y tres años de sambenito junto con la confiscación de su propiedad.

Servet fue quemado en la hoguera protestante.

Las obras de Torres Naharro fueron censuradas.

La historia del control mental sigue viva.










El jueves 27 de febrero a las 19:00 tendrá lugar la presentación del “Teatro completo” de Bartolomé de Torres Naharro en la Biblioteca Nacional (Pº Recoletos). Hablaremos Ana Zamora (Nao d´amores), Javier Huerta (UCM) y Luciano García Lorenzo (CSIC, antiguo director del Festival de Almagro) y yo mismo.

Estáis todos invitados.


Julio Vélez Sainz


Para más información, véase

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miércoles, 19 de febrero de 2014

Rosario Castellanos (1925-1974)




"autorretrato"

Yo soy una señora: tratamiento
arduo de conseguir, en mi caso, y más útil
para alternar con los demás que un título
extendido a mi nombre en cualquier academia.

Así, pues, luzco mi trofeo y repito:
yo soy una señora. Gorda o flaca
según las posiciones de los astros,
los ciclos glandulares
y otros fenómenos que no comprendo.

Rubia, si elijo una peluca rubia.
O morena, según la alternativa.
(En realidad, mi pelo encanece, encanece.)

Soy más o menos fea. Eso depende mucho
de la mano que aplica el maquillaje.

Mi apariencia ha cambiado a lo largo del tiempo
-aunque no tanto como dice Weininger
que cambia la apariencia del genio-. Soy mediocre.
Lo cual, por una parte, me exime de enemigos
y, por la otra, me da la devoción
de algún admirador y la amistad
de esos hombres que hablan por teléfono
y envían largas cartas de felicitación.
Que beben lentamente whisky sobre las rocas
y charlan de política y de literatura.

Amigas… hmmm… a veces, raras veces
y en muy pequeñas dosis.
En general, rehuyo los espejos.
Me dirían lo de siempre: que me visto muy mal
y que hago el ridículo
cuando pretendo coquetear con alguien.

Soy madre de Gabriel: ya usted sabe, ese niño
que un día se erigirá en juez inapelable
y que acaso, además, ejerza de verdugo.
Mientras tanto lo amo.

Escribo. Este poema. Y otros. Y otros.
Hablo desde una cátedra.
Colaboro en revistas de mi especialidad
y un día a la semana publico en un periódico.

Vivo enfrente del Bosque. Pero casi
nunca vuelvo los ojos para mirarlo. Y nunca
atravieso la calle que me separa de él
y paseo y respiro y acaricio
la corteza rugosa de los árboles.

Sé que es obligatorio escuchar música
pero la eludo con frecuencia. Sé
que es bueno ver pintura
pero no voy jamás a las exposiciones
ni al estreno teatral ni al cine-club.

Prefiero estar aquí, como ahora, leyendo
y, si apago la luz, pensando un rato
en musarañas y otros menesteres.

Sufro más bien por hábito, por herencia, por no
diferenciarme más de mis congéneres
que por causas concretas.

Sería feliz si yo supiera cómo.
Es decir, si me hubieran enseñado los gestos,
los parlamentos, las decoraciones.

En cambio me enseñaron a llorar. Pero el llanto
es en mí un mecanismo descompuesto
y no lloro en la cámara mortuoria
ni en la ocasión sublime ni frente a la catástrofe.

Lloro cuando se quema el arroz o cuando pierdo
el último recibo del impuesto predial.


Rosario Castellanos (1925-1974)

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lunes, 17 de febrero de 2014

LUIS CERNUDA: "DÍPTICO ESPAÑOL"




I. ES LÁSTIMA QUE FUERA MI TIERRA

Cuando allá dicen unos
que mis versos nacieron
de la separación y la nostalgia
por la que fue mi tierra,
¿sólo la más remota oyen entre mis voces?
Hablan en el poeta voces varias:
escuchemos su coro concertado,
adonde la creída dominante
es tan sólo una voz entre las otras.

Lo que el espíritu del hombre
ganó para el espíritu del hombre
a través de los siglos,
es patrimonio nuestro y es herencia
de los hombres futuros.
Al tolerar que nos lo nieguen
y secuestren, el hombre entonces baja,
¿y cuánto?, en esa escala dura
que desde el animal llega hasta el hombre.

Así ocurre en tu tierra, la tierra de los muertos,
adonde ahora todo nace muerto,
vive muerto y muere muerto;
pertinaz pesadilla: procesión ponderosa
con restaurados restos y reliquias,
a la que dan escolta hábitos y uniformes,
en medio del silencio: todos mudos,
desolados del desorden endémico
que el temor, sin domarlo, así doblega.

La vida siempre obtiene
revancha contra quienes la negaron:
la historia de mi tierra fue actuada
por enemigos enconados de la vida.
El daño no es de ayer, ni tampoco de ahora,
sino de siempre. Por eso es hoy
la existencia española, llegada al paroxismo,
estúpida y cruel como su fiesta de los toros.

Un pueblo sin razón, adoctrinado desde antiguo
en creer que la razón de soberbia adolece
y ante el cual se grita impune:
muera la inteligencia, predestinado estaba
a acabar adorando las cadenas
y que ese culto obsceno le trajese
adonde hoy le vemos: en cadenas,
sin alegría, libertad ni pensamiento.

Si yo soy español, lo soy
a la manera de aquellos que no pueden
ser otra cosa: y entre todas las cargas
que, al nacer yo, el destino pusiera
sobre mí, ha sido ésa la más dura.
No he cambiado de tierra,
porque no es posible a quien su lengua une,
hasta la muerte, al menester de poesía.

La poesía habla en nosotros
la misma lengua con que hablaron antes,
y mucho antes de nacer nosotros,
las gentes en que hallara raíz nuestra existencia;
no es el poeta sólo quien ahí habla,
sino las bocas mudas de los suyos
a quienes él da voz y les libera.

¿Puede cambiarse eso? Poeta alguno
su tradición escoge, ni su tierra,
ni tampoco su lengua; él las sirve,
fielmente si es posible.
Mas la fidelidad más alta
es para su conciencia; y yo a ésa sirvo
pues, sirviéndola, así a la poesía
al mismo tiempo sirvo.

Soy español sin ganas,
que vive como puede bien lejos de su tierra
sin pesar ni nostalgia. He aprendido
el oficio de hombre duramente,
por eso en él puse mi fe. Tanto que prefiero
no volver a una tierra cuya fe, si una tiene, dejó de ser la mía,
cuyas maneras rara vez me fueron propias,
cuyo recuerdo tan hostil se me ha vuelto
y de la cual ausencia y tiempo me extrañaron.

No hablo para quienes una burla del destino
compatriotas míos hiciera, sino que hablo a solas
(quien habla a solas espera hablar a Dios un día)
o para aquellos pocos que me escuchen
con bien dispuesto entendimiento.
Aquellos que como yo respeten
el albedrío libre humano
disponiendo la vida que hoy es nuestra,
diciendo el pensamiento al que alimenta nuestra vida.

¿Qué herencia sino ésa recibimos?
¿Qué herencia sino ésa dejaremos?






II. BIEN ESTÁ QUE FUERA TU TIERRA

Su amigo, ¿desde cuando lo fuiste?
¿Tenías once, diez años al descubrir sus libros?
Niño eras cuando un día
en el estante de los libros paternos
hallaste aquéllos. Abriste uno
y las estampas tu atención fijaron;
las páginas a leer comenzaste
curioso de la historia así ilustrada.

Y cruzaste el umbral de un mundo mágico,
la otra realidad que está tras esta:
Gabriel, Inés, Amaranta,
Soledad, Salvador, Genara,
con tantos personajes creados para siempre
por su genio generoso y poderoso.
Que otra España componen,
entraron en tu vida
para no salir de ella ya sino contigo.

Más vivos que las otras criaturas
junto a ti tan pálidas pasando,
tu amor primero lo despertaron ellos;
héroes amados en un mundo heroico,
la red de tu vivir entretejieron con la suya,
aún más con la de aquellos tus hermanos,
Miss Fly, Santorcaz, Tilín, Lord Gray,
que, insatisfechos siempre, contemplabas
existir en la busca de un imposible sueño vivo.

El destino del niño esos lo provocaron
hasta que deseó ser como ellos,
vivir igual que ellos
y, como a Salvador, que le moviera
idéntica razón, idéntica locura,
el seguir turbulento, devoto a sus propósitos,
en su tierra y afuera de su tierra,
tantas quimeras desoladas
con fe que a decepción nunca cedía.

Y tras el mundo de los Episodios
luego el de las Novelas conociste:
Rosalía, Eloísa, Fortunata,
Mauricia, Federico Viera,
Martín Muriel, Moreno Isla,
tantos que habría de revelarte
el escondido drama de un vivir cotidiano:
la plácida existencia real y, bajo ella,
el humano tormento, la paradoja de estar vivo.

Los bien amados libros, releyéndolos
cuántas veces, de niño, mozo y hombre.
Cada vez más en su secreto te adentrabas
y los hallabas renovados
como tu vida iba renovándose;
con ojos nuevos los veías,
como iban viendo el mundo.
Qué pocos libros pueden
nuevo alimento darnos
a cada estación nueva en nuestra vida.

En tu tierra y afuera de tu tierra
siempre traían fielmente
el encanto de España, en ellos no perdido,
aunque en tu tierra misma no lo hallaras.
El nombre allí leído de un lugar, de una calle
(Portillo de Gilimón o Sal si Puedes),
provocaba en ti la nostalgia
de la patria imposible, que no es de este mundo.

El nombre de ciudad, de barrio o pueblo,
por todo el español espacio soleado
(Puerta de Tierra, Plaza de Santa Cruz, los Arapiles,
Cádiz, Toledo, Aranjuez, Gerona),
dicho por él, siempre traía,
una doble visión: imaginada y contemplada
conocido por ti el lugar o desconocido,
ambas hermosas, ambas entrañables.

Hoy, cuando a tu tierra ya no necesitas,
aún en estos libros te es querida y necesaria,
más real y entresoñada que la otra:
no ésa, mas aquélla es hoy tu tierra,
la que Galdós a conocer te diese,
como él tolerante de lealtad contraria,
según la tradición generosa de Cervantes,
heroica viviendo, heroica luchando
por el futuro que era el suyo,
no el siniestro pasado donde a la otra han vuelto.

La real para ti no es esa España obscena y deprimente
en la que regentea hoy la canalla,
sino esta España viva y siempre noble
que Galdós en sus libros ha creado.
De aquélla nos consuela y cura ésta.

Luis Cernuda



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sábado, 15 de febrero de 2014

Miguel Sánchez-Ostiz / CIUDAD DE PASO





CIUDAD DE PASO

El mismo y extraño paseante de otras veces
que hoy parece salido de la misma niebla
y recorre despacio el Dédalo de callejuelas
en la mañana de la ciudad vieja,
se asoma a ruinas que huelen a humedad,
a pasada lluvias y a antiguos humos,
mira a través de rejas que dan a estancias
sin techo llenas de zarzas y desperdicios,
escucha blandas campanadas y con un escalofrío
el eco de los pasos que no volverá a dar,
descifra letreros que el tiempo a borrado,
-oficios desaparecidos, mercaderías inservibles-,
se acerca a las vitrinas cerradas de los ropavejeros:
angelotes mutilados, negros de sebo y humo,
relojes descompuestos, baratijas de feriante,
y un búcaro de Meissen tan blasonado
como esas casas tras las que se adivina
el albergue de la malevolencia y el desvarío.

Desde el otro lado del vidrio sucio de una ventana
el paseante es seguido por la mirada fija
y perdida de un hombre enfermo, solo y encerrado.


Miguel Sánchez-Ostiz  (INVENCIÓN DE LA CIUDAD)



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jueves, 13 de febrero de 2014

Amiri Baraka (LeRoi Jones) / Prefacio para una nota de suicidio en veinte volúmenes





  (Para Kelly Jones, nacida el 16 de mayo de 1959)


Últimamente me he acostumbrado a la manera
en que el suelo se abre y me envuelve
cada vez que salgo para pasear el perro.
O a la música inconfundible, afilada y tonta que hace
el viento cuando corro para alcanzar el bus...

Las cosas han llegado a este punto.

Y ahora, cada noche cuento las estrellas.
Y cada noche obtengo el mismo número.
Y cuando ellas no vienen para que las cuente,
cuento los agujeros que dejan.

Ya nadie canta.

Y entonces, anoche subí en puntas de pies
hasta la habitación de mi hija y oí
que le hablabla a alguien, y cuando abrí
la puerta no había nadie más allí...
sólo ella, arrodillada, espiando dentro

de sus propias manos cerradas



Amiri Baraka (Newark, New Jersey, 1934-2014), Transbluency: The Selected Poems of Amiri Baraka/LeRoi Jones (1961-1995), Marsilio, Nueva York, 1995

Versión de Jonio González



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