martes, 11 de junio de 2013

Bertolt Brecht / Parábola de Buda sobre la casa en llamas





Parábola de Buda sobre la casa en llamas


Gautama, el Buda, enseñaba
la doctrina de la Rueda de los Deseos, a la que estamos
     sujetos, y nos aconsejaba
liberarnos de todos los deseos para así,
ya sin pasiones, hundirnos en la Nada, a la que llamaba
     Nirvana.
Un día sus discípulos le preguntaron:
“¿Cómo es esa Nada, Maestro? Todos quisiéramos
liberarnos de nuestros apetitos, según aconsejas, pero
     explícanos
si esa Nada en la que entraremos
es algo semejante a esa fusión con todo lo creado
que se siente cuando, al mediodía, yace el cuerpo en el
     agua,
casi sin pensamientos, indolentemente; o si es como cuando,
apenas ya sin conciencia para cubrirnos con la manta,
nos hundimos de pronto en el sueño; dinos, pues, si se trata
de una Nada buena y alegre o si esa Nada tuya
no es sino una Nada fría, vacía, sin sentido.”
Buda calló largo rato. Luego dijo con indiferencia:
“Ninguna respuesta hay para vuestra pregunta.”
Pero a la noche, cuando se hubieron ido,
Buda, sentado todavía bajo el arbol del pan, a los que no le
     habían preguntado
les narró la siguiente parábola:
“No hace mucho vi una casa que ardía. Su techo
era ya pasto de las llamas. Al acercarme advertí
que aún había gente en su interior. Fui a la puerta y les grité
que el techo estaba ardiendo, incitándoles
a que salieran rápidamente. Pero aquella gente
no parecía tener prisa. Uno me preguntó,
mientras el fuego le chamuscaba las cejas,
qué tiempo hacía fuera, si llovía,
si no hacía viento, si existía otra casa,
y otras cosas parecidas. Sin responder,
volví a salir. Esta gente, pensé,
tiene que arder antes que acabe con sus preguntas.
     Verdaderamente, amigos,
a quien el suelo no le queme en los pies hasta el punto de
     desear gustosamente
cambiarse de sitio, nada tengo que decirle.” Así hablaba
     Gautama, el Buda.
Pero tambien nosotros, que ya no cultivamos el arte de la
     paciencia
sino, más bien, el arte de la impaciencia;
nosotros, que con consejos de carácter bien terreno
incitamos al hombre a sacudirse sus tormentos; nosotros
     pensamos, asimismo, que a quienes,
viendo acercarse ya las escuadrillas de bombarderos del
     capitalismo
aún siguen preguntando cómo solucionaremos tal o cual
     cosa
y qué será de sus huchas y de sus pantalones domingueros
     después de una revolución,
a ésos poco tenemos que decirles.

Bertolt Brecht
(Del libro Historias de almanaque, 1939)


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