TRADUCIENDO A BRECHT
Toda la tarde
una tormenta enorme se ha cernido
sobre los techos hasta romperse en rayos, agua.
Y yo fijaba versos de cemento y vidrio
con sus calamidades, gente chillando y miembros
míos incluso, que sobreviví. Con cautela,
mirando hacia las tejas arrasadas, a la página
seca, pude oír la palabra
de un poeta expirar o transformarse
en otra, no ya por nosotros, voz. Los oprimidos
están serenos y oprimidos, los opresores
también serenos telefonean, el odio
es cortés y yo mismo no sé ya
quién es culpable.
Escribe, me digo, odia
a quien guía suavemente hacia la nada
a los hombres y mujeres que junto a ti caminan
y creen no saber. Escribe también tu nombre
entre los de tus enemigos. El temporal
y su estruendo han pasado. La naturaleza
es demasiado débil para imitar batallas. La poesía
no cambia nada. Nada es seguro, pero escribe.
Franco Fortini
Toda la tarde
una tormenta enorme se ha cernido
sobre los techos hasta romperse en rayos, agua.
Y yo fijaba versos de cemento y vidrio
con sus calamidades, gente chillando y miembros
míos incluso, que sobreviví. Con cautela,
mirando hacia las tejas arrasadas, a la página
seca, pude oír la palabra
de un poeta expirar o transformarse
en otra, no ya por nosotros, voz. Los oprimidos
están serenos y oprimidos, los opresores
también serenos telefonean, el odio
es cortés y yo mismo no sé ya
quién es culpable.
Escribe, me digo, odia
a quien guía suavemente hacia la nada
a los hombres y mujeres que junto a ti caminan
y creen no saber. Escribe también tu nombre
entre los de tus enemigos. El temporal
y su estruendo han pasado. La naturaleza
es demasiado débil para imitar batallas. La poesía
no cambia nada. Nada es seguro, pero escribe.
Franco Fortini
Traducción de Abraham Gragera
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