EL NOVELISTA
Revestido de
talento como un uniforme,
el rango de todo
poeta es bien conocido;
pueden asombrarnos
como una tormenta,
o morir tan
jóvenes, o vivir solos durante años.
Pueden lanzarse a
la carga cual húsares: pero él
debe esforzarse por
dejar atrás su don juvenil y aprender
a ser sencillo y
poco elegante, a ser
alguien a quien
nadie se plantearía prestar atención.
Pues, para alcanzar
su más leve deseo, debe
convertirse en el
aburrimiento pleno, sujeto a
dolencias vulgares
como el amor, entre los Justos
ser justo, entre
los Sucios sucio también,
y sobre la endeblez
de su propia persona, si puede,
soportar
discretamente todos los agravios del Hombre.
W. H. Auden (1938)
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