Claudicar quería decir cojear y, por
extensión, hoy significa andar no muy derecho, es decir, ceder, rendirse,
someterse.
Hay quien piensa que la poesía ha
claudicado hace ya tanto tiempo que hoy no tiene remedio ni hay forma de
enderezarla.
Bertolt Brecht, por ejemplo, escribió
su Lied des Lyriker, su canción del poeta, en 1931 y, aunque es larga,
merece la pena leerla entera (o bien no leerla en absoluto).
El subtítulo sitúa el poema als schon im ersten Drittel des 20. Jahrhunderts
für Gedichte nichts mehr gezahlt wurde, es decir, cuando en el primer
tercio del siglo XX no se pagaba ya nada por la poesía.
Sigo (no sin algunos caprichos míos,
bastante veniales) la traducción de aquellos Poemas y canciones, de
Alianza Editorial, obra de Jesús López Pacheco y Vicente Romano; un librito con
portada en rojo, que transportábamos antes los jóvenes en el bolsillo de la
trenca, por parques, cines, barras de bares y transbordos de metro.
Dice así:
1
Esto que vais a leer está en verso.
Lo digo porque acaso no sabéis ya lo que es un verso ni un poeta.
La verdad, no os portasteis muy bien con nosotros.
Esto que vais a leer está en verso.
Lo digo porque acaso no sabéis ya lo que es un verso ni un poeta.
La verdad, no os portasteis muy bien con nosotros.
2
¿No habéis notado nada? ¿Nada tenéis que preguntar?
¿No observasteis que nadie publicaba ya versos?
¿Y sabéis la razón? Os la voy a decir:
Antes, los versos se leían y pagaban.
¿No habéis notado nada? ¿Nada tenéis que preguntar?
¿No observasteis que nadie publicaba ya versos?
¿Y sabéis la razón? Os la voy a decir:
Antes, los versos se leían y pagaban.
3
Hoy nadie paga ya nada por la poesía.
Por eso hoy no se escribe. Los poetas preguntan:
“¿Quién la lee?” Mas también se preguntan:
“¿Quién la paga?”
Si no se le paga, no escribe. A tal situación los habéis reducido.
Hoy nadie paga ya nada por la poesía.
Por eso hoy no se escribe. Los poetas preguntan:
“¿Quién la lee?” Mas también se preguntan:
“¿Quién la paga?”
Si no se le paga, no escribe. A tal situación los habéis reducido.
Este estado de emergencia lo reconocemos
ahora tanto como en 1931. Salvo chavales que llevan libros en el bolsillo, la
poesía no tiene interés para la mayoría de los adultos y nadie está dispuesto a
pagar a cambio de poesía. ¿Cómo se ha llegado hasta aquí?
4
Pero ¿por qué?, se pregunta el poeta. ¿Qué falta he cometido?
¿No hice siempre lo que me exigían los que me pagaban?
¿Acaso no he cumplido mis promesas?
Y oigo decir a los que pintan cuadros
Pero ¿por qué?, se pregunta el poeta. ¿Qué falta he cometido?
¿No hice siempre lo que me exigían los que me pagaban?
¿Acaso no he cumplido mis promesas?
Y oigo decir a los que pintan cuadros
5
que ya no se compra ninguno. Y los cuadros también
fueron siempre aduladores; hoy yacen en el desván...
¿Qué tenéis contra nosotros? ¿Por qué no queréis pagar?
Mientras leemos que os hacéis cada día más y más ricos...
que ya no se compra ninguno. Y los cuadros también
fueron siempre aduladores; hoy yacen en el desván...
¿Qué tenéis contra nosotros? ¿Por qué no queréis pagar?
Mientras leemos que os hacéis cada día más y más ricos...
La historia que nos cuenta Brecht es el pecado
original de la poesía (o del arte en general, ya que lo mismo sucede con la
pintura, para no hablar del cine, por ejemplo en España): la claudicación.
No se trata de que el poeta Fulano o la
poetisa Zutana claudiquen, se dejen condecorar en Jerusalén o en Estocolmo,
reciban el premio Loewe o el Reina Sofía, ni de que Perenganito, con corona de
laurel, escriba ditirambos en verso para la toma de posesión del emperador
Obama o de que el novelista Menganito compare a Esperanza Aguirre con Juana de
Arco. Para Brecht es algo más grave: una enmienda a la totalidad. Es la poesía
la que siempre ha cedido y se ha sometido, al servicio de quienes la pagan. Es
nuestra concepción del arte la que se arrastra cojeando, claudicante, a la
sombra del poder.
6
¿Acaso cuando teníamos el estómago lleno,
no os hemos cantado sobre todo lo que disfrutabais en la tierra?
Así lo disfrutabais otra vez: la carne de vuestras mujeres,
la melancolía del otoño, el arroyo, sus aguas bajo la luna...
¿Acaso cuando teníamos el estómago lleno,
no os hemos cantado sobre todo lo que disfrutabais en la tierra?
Así lo disfrutabais otra vez: la carne de vuestras mujeres,
la melancolía del otoño, el arroyo, sus aguas bajo la luna...
7
La dulzura de vuestras frutas. El rumor de la hoja al caer.
De nuevo la carne de vuestras mujeres. Lo invisible
por encima vosotros. Hasta el recuerdo del polvo
en que os habéis de transformar al final.
La dulzura de vuestras frutas. El rumor de la hoja al caer.
De nuevo la carne de vuestras mujeres. Lo invisible
por encima vosotros. Hasta el recuerdo del polvo
en que os habéis de transformar al final.
¿Han hecho eso el arte y la poesía? ¿Tanto
han claudicado? ¿Han levantado un inventario de los bienes de los poderosos y
se los han entregado, embellecidos, revestidos de cualidades espirituales, para
que pudieran disfrutarlos aún más a gusto? ¿Les han facilitado los poetas a
quienes les pagaban la pacífica posesión de lo material y de lo inmaterial, la
carne y el espíritu; les han ofrecido un alma y unos sentimientos, das
Fleisch eurer Weiber y das Unsichtbare über euch? ¿Han cobrado por
eso durante siglos de andar cojeando, desde el buen caballero Garcilaso hasta su
último escudero?
8
Pero no es sólo esto lo que pagabais gustosos. Lo que
escribíamos
sobre aquellos que no se sientan como vosotros en sillas de oro,
también nos lo pagabais siempre. ¡Cuántas lágrimas
enjugamos!
Pero no es sólo esto lo que pagabais gustosos. Lo que
escribíamos
sobre aquellos que no se sientan como vosotros en sillas de oro,
también nos lo pagabais siempre. ¡Cuántas lágrimas
enjugamos!
Así que la poesía también ha proporcionado
alivio a la mala conciencia de los explotadores: les ha convencido de que ellos
también tienen sus corazoncitos y hasta sensibilidad ante el dolor de los
demás. En ese caso, ¿no tiene aún más delito?
9
¡Cuántas veces consolamos a quienes vosotros heríais!
Mucho hemos trabajado para vosotros, jamás nos negamos.
Siempre nos sometimos. Lo más que decíamos era
“¡Pagadlo!”
¡Cuántos crímenes hemos cometido así por vosotros!
¡Cuántos crímenes!
¡Y siempre nos conformábamos con las sobras de
vuestra comida!
¡Cuántas veces consolamos a quienes vosotros heríais!
Mucho hemos trabajado para vosotros, jamás nos negamos.
Siempre nos sometimos. Lo más que decíamos era
“¡Pagadlo!”
¡Cuántos crímenes hemos cometido así por vosotros!
¡Cuántos crímenes!
¡Y siempre nos conformábamos con las sobras de
vuestra comida!
10
Ay, ante vuestros carros hundidos en sangre y porquería
nosotros siempre uncimos nuestras grandes palabras.
A vuestro corral de matanzas le llamamos “campo
del honor”,
y “hermanos de labios largos” a vuestros cañones.
Ay, ante vuestros carros hundidos en sangre y porquería
nosotros siempre uncimos nuestras grandes palabras.
A vuestro corral de matanzas le llamamos “campo
del honor”,
y “hermanos de labios largos” a vuestros cañones.
11
En los papeles que pedían impuestos para vosotros
hemos pintado los cuadros más maravillosos.
Y declamando nuestros cantos ardientes
siempre os volvieron a pagar los impuestos.
En los papeles que pedían impuestos para vosotros
hemos pintado los cuadros más maravillosos.
Y declamando nuestros cantos ardientes
siempre os volvieron a pagar los impuestos.
12
Hemos estudiado y mezclado las palabras como drogas,
aplicando tan sólo las mejores, las más fuertes.
Quienes las tomaron de nosotros, se las tragaron,
y se entregaron a vuestras manos como corderos.
Hemos estudiado y mezclado las palabras como drogas,
aplicando tan sólo las mejores, las más fuertes.
Quienes las tomaron de nosotros, se las tragaron,
y se entregaron a vuestras manos como corderos.
Wieviel Untat! ¡Cuántos crímenes,
cuántos delitos! ¿Es la poesía, entonces, cómplice del poder y sus crímenes,
auxiliar necesario para la explotación? ¿Y todo a cambio tan sólo de las sobras
de la comida, todo pagado sólo con el premio Cervantes, con unos canapés, con
la alfombra roja de los Goya?
13
A vosotros os hemos comparado sólo con aquello que
os placía.
En general, con los que fueron también celebrados
injustamente
por quienes les calificaban de mecenas sin tener nada
caliente en el estómago.
Y furiosamente perseguimos a vuestros enemigos con
poesías como puñales.
A vosotros os hemos comparado sólo con aquello que
os placía.
En general, con los que fueron también celebrados
injustamente
por quienes les calificaban de mecenas sin tener nada
caliente en el estómago.
Y furiosamente perseguimos a vuestros enemigos con
poesías como puñales.
14
¿Por qué, de pronto, dejáis de visitar nuestros mercados?
¡No tardéis tanto en comer! ¡Se nos enfrían las sobras!
¿Por qué no nos hacéis más encargos? ¿Ni un cuadro?
¿Ni una loa siquiera?
¿Es que os creéis agradables tal como sois?
¿Por qué, de pronto, dejáis de visitar nuestros mercados?
¡No tardéis tanto en comer! ¡Se nos enfrían las sobras!
¿Por qué no nos hacéis más encargos? ¿Ni un cuadro?
¿Ni una loa siquiera?
¿Es que os creéis agradables tal como sois?
15
¡Tened cuidado! ¡No podéis prescindir de nosotros!
Ojalá supiéramos cómo atraer
vuestra mirada hacia nosotros!
Creednos, señores: hoy seríamos más baratos.
Pero no podemos regalarles nuestros cuadros y versos.
¡Tened cuidado! ¡No podéis prescindir de nosotros!
Ojalá supiéramos cómo atraer
vuestra mirada hacia nosotros!
Creednos, señores: hoy seríamos más baratos.
Pero no podemos regalarles nuestros cuadros y versos.
16
Cuando empecé a escribir esto que leéis —¿lo estáis
leyendo?
me propuse que todos los versos rimaran.
Pero el trabajo me parecía excesivo, lo confieso a disgusto,
y pensé: ¿Quién me lo pagará? Decidí dejarlo.
Cuando empecé a escribir esto que leéis —¿lo estáis
leyendo?
me propuse que todos los versos rimaran.
Pero el trabajo me parecía excesivo, lo confieso a disgusto,
y pensé: ¿Quién me lo pagará? Decidí dejarlo.
La poesía es culpable, como el cine o la
pintura: ha claudicado y ahora ¿qué puede hacer, salvo manifestarse gemebunda
reclamando subvenciones en nombre de la cultura?
Roma no paga traidores. El desenlace de la claudicación,
el resultado de ceder ante el poder, siempre es el mismo: cuando ya no te
necesiten, te abandonarán a tu suerte.
Y entonces es demasiado tarde para amenazas
vacías. ¡Tened cuidado!, dicen los poetas, pero nadie está leyendo ya.
La poesía, la claudicación del arte, es
culpable de muchos crímenes, pero sobre todo de su actual insignificancia
también en este primer tercio del siglo XXI.
Rafael Reig
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