Posible
encuentro de Louise Michel
y
Jean Arthur Rimbaud en la comuna
(Juan
Manuel Roca)
Es posible que el encuentro entre Louise
Michel y Jean Arthur Rimbaud se haya dado en un umbral de la Comuna. Si la historia
no lo permitió, merece ser escrita de nuevo. Digamos que ocurrió de la
siguiente manera: Lousie Michel, la impaciente anarquista, tropezó con un
hombre que huía del futuro, de una comarca salvaje que acostumbraba a visitar
tras vadear las fronteras movedizas de su infancia.
Ella venía del exilio
Desplegando una bandera
En un palo de escoba,
Una bandera negra
En recuerdo de sus muertos.
Dicen que la escoba la heredó de una vieja
hechicera y que la usó en los estrados para barrer vestigios de la oscura noche
medieval.
El poeta conservaba su sombra intacta, aún
tenía sus dos piernas tragaleguas y un paladar que seguía econtrando amarga la
belleza. Venía cargado de frutos robados al viejo guardián del Paraíso. Los dos
intercambiaron recetas contra el hambre y los exilios, la impaciencia y el
presidio. Sus palabras obedecían a sus gestos, arropados bajo el sol rojo y
negro de las barricadas.
Ella venía del exilio
Desplegando una bandera
En un palo de escoba,
Una bandera negra
En recuerdo de sus muertos.
Lousie Michel defendió a las prostitutas en
la cárcel, mujeres de lengua suelta y corpiños apretados que para Rimbaud eran
la higiene de la raza. Un posadero llamado Fourier les sirvió una sopa espesa,
humeante como las calles de París: “Buen apetito”, susurró el posadero”, “el
futuro está servido”.
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