Endechas
I
El lenguaje silencioso engendra fuego. El
silencio se propaga, el silencio es fuego.
Era preciso decir acerca del agua o
simplemente apenas nombrarla, de modo de atraerse la palabra agua para que
apague las llamas del silencio.
Porque no cantó, su sombra canta. Donde una
vez sus ojos hechizaron mi infancia, el silencio al rojo rueda como un sol.
En el corazón de la palabra lo alcanzaron;
y yo no puedo narrar el espacio ausente y azul creado por sus ojos.
II
Con una esponja húmeda de lluvia gris
borraron el ramo de lilas dibujado en su cerebro.
El signo de su estar es la enlutada
escritura de los mensajes que se envía. Ella se prueba en su nuevo lenguaje e
indaga el peso del muerto en la balanza de su corazón.
III
Y el signo de su estar crea el corazón de
la noche.
Aprisionada: alguna vez se olvidarán las
culpas, se emparentarán los vivos y los muertos.
Aprisionada: no has sabido prever que su
final iría a ser la gruta a donde iban los malos en los cuentos para niños.
Aprisionada: deja que se cante como se
pueda y se quiera. Hasta que en la merecida noche se cierna la brusca desocultada.
A exceso de sufrimiento exceso de noche y de silencio.
IV
Las metáforas de asfixia se despojan del
sudario, el poema. El terror es nombrado con el modelo delante, a fin de no
equivocarse.
V
Y yo sola con mis voces, y tú, tanto estás
del otro lado que te confundo conmigo.
Alejandra Pizarnik
En Extracción de la
piedra de la locura
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