3. 1977: Triunfo
electoral de Unión de Centro Democrático.
Las épocas
siniestras fomentan la creación, repiten
los altavoces. La lectura entre líneas, el juego de los guiños, las
palabras-llaves, la captura de símbolos y emociones prefijadas. Y olvidan que
las líneas cambian, los guiños se transforman, las palabras crecen, las
emociones caminan. Desde ayer nos hablan a lo que somos hoy. Y la música,
evidente, rebota en las paredes del tiempo. Nuestros intelectuales, que se
sienten el centro del mundo, encienden sus pipas y fuman desencanto lo mismo
que antes fumaron miedo y fumaron cobardía.
4. 1978: El
desencanto. La arruga es bella
Si uno creyera los análisis intelectuales de algunas
revistas culturales, toda España sería desencanto y fatiga. Los que antes
renunciaron a la práctica teórica ahora no hacen más que teorizar sobre ellos
confundiendo mundo con ombligo. “País de mierda. Pueblo de mierda”, piensan.
Nuestros mayores llevaban razón, aseguran, mientras vociferan que son
demócratas de toda la vida y que, por tanto, tienen derecho a una parte de la
tarta. Interminables colas bostezan ante los despachos y los pasillos. La
fatiga y el desencanto no impiden la actividad si ésta va en propio beneficio.
Pocos preguntan por los pilotos y el porqué del vuelo rasante del globo.
Nuestros valientes pilotos de ayer son hoy dóciles funcionarios. Mientras la
ciudad letrada es un hervidero de apatía, dos millones de españoles se
encuentran en la cola infinitamente más real y dolorosa del paro. De tanto
guiñar en el pasado, nuestros intelectuales terminaron por cerrar los ojos.
Julio Vélez
(AA.VV. / “DEL
FRANQUISMO A LA
POSMODERNIDAD ”)
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