ORDEN
NUM.2 AL EJÉRCITO DEL ARTE
A vosotros –
cebados barítonos –
que de Adán
a nuestros años
conmovéis los antros llamados teatros
con arias de Romeos y Julietas.
A vosotros –
peintres
que echasteis carnes como caballos,
belleza tragante y relinchante de Rusia,
que escondida en los talleres
pintorrea igual que antes
florecitas y desnudos.
A vosotros –
místicos tapados con hojitas,
hendiendo las frentes con arrugas –
akmeistillos,
imaginistillos,
futurismillos,
enredados en la telaraña de las rimas.
A vosotros –
que el peinado liso
cambiasteis por melenas,
las alpargatas por el charol,
proletcultillos,
que echáis remiendos
al gastado frac de Pushkin.
A vosotros –
danzantes, soplaflautas,
que traicionáis a ojos vistas
y pecáis a ocultas,
que os imagináis el futuro
como una enorme ración de académico
A vosotros
yo –
genial o no genial,
que he dejado las baratijas
y que trabajo en la Rosta,
dígoos –antes de que os echen a culatazos:
¡Dejad!
¡Dejad!
Olvidad,
escupid
en las rimas,
en las arias,
en el rosal
y demás majaderías
del arsenal de las artes.
¿A quién interesa
que “Ay, pobrecito,
como amaba
y que desdichado fue…”?
Ahora necesitamos
artesanos,
no predicadores melenudos.
¡Escuchad!
Gimen las locomotoras,
sopla el viento por las rendijas:
“¡Venga carbón del Don!
Montadores
y mecánicos al depósito”.
En las afluencias de los ríos,
con un boquete en el costado,
los barcos atronaron los astilleros:
“¡Dadnos petróleo de Bakú!”
Mientras gastamos flema, discutimos,
buscando un sentido oculto,
“¡Dadnos formas nuevas!”-
se oye el clamor de las cosas.
No hay bobos
que en turba de papanatas
esperen lo que el “maestro” profiera.
Camaradas,
dad un arte nuevo –
un arte
que saque a la república del fango.
Vladimir Mayakovski (1921)
A vosotros –
cebados barítonos –
que de Adán
a nuestros años
conmovéis los antros llamados teatros
con arias de Romeos y Julietas.
A vosotros –
peintres
que echasteis carnes como caballos,
belleza tragante y relinchante de Rusia,
que escondida en los talleres
pintorrea igual que antes
florecitas y desnudos.
A vosotros –
místicos tapados con hojitas,
hendiendo las frentes con arrugas –
akmeistillos,
imaginistillos,
futurismillos,
enredados en la telaraña de las rimas.
A vosotros –
que el peinado liso
cambiasteis por melenas,
las alpargatas por el charol,
proletcultillos,
que echáis remiendos
al gastado frac de Pushkin.
A vosotros –
danzantes, soplaflautas,
que traicionáis a ojos vistas
y pecáis a ocultas,
que os imagináis el futuro
como una enorme ración de académico
A vosotros
yo –
genial o no genial,
que he dejado las baratijas
y que trabajo en la Rosta,
dígoos –antes de que os echen a culatazos:
¡Dejad!
¡Dejad!
Olvidad,
escupid
en las rimas,
en las arias,
en el rosal
y demás majaderías
del arsenal de las artes.
¿A quién interesa
que “Ay, pobrecito,
como amaba
y que desdichado fue…”?
Ahora necesitamos
artesanos,
no predicadores melenudos.
¡Escuchad!
Gimen las locomotoras,
sopla el viento por las rendijas:
“¡Venga carbón del Don!
Montadores
y mecánicos al depósito”.
En las afluencias de los ríos,
con un boquete en el costado,
los barcos atronaron los astilleros:
“¡Dadnos petróleo de Bakú!”
Mientras gastamos flema, discutimos,
buscando un sentido oculto,
“¡Dadnos formas nuevas!”-
se oye el clamor de las cosas.
No hay bobos
que en turba de papanatas
esperen lo que el “maestro” profiera.
Camaradas,
dad un arte nuevo –
un arte
que saque a la república del fango.
Vladimir Mayakovski (1921)
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