viernes, 15 de enero de 2016

Unos versos, en el exilio, de Bertolt Brecht




“Lo sé: sólo gusta
quien es feliz. Su voz
con gusto se escucha. Bello es su rostro.

El árbol estropeado en el patio
denuncia el mal terreno, pero
al que pasa le estorba,
y con razón.

Los verdes botes y las alegres velas del Sund
no los veo. Entre tantas cosas
veo sólo la red de los pescadores, frágil.
¿Por qué voy diciendo sólo que
la campesina de cuarenta años anda encorvada?
Los senos de las muchachas
son calientes como antes.

En mi canto una rima
me parecería casi una insolencia.

En mí luchan
el entusiasmo por el manzano en flor
Y el horror por los discursos del Enjalbegador.
Pero sólo lo segundo
me empuja hacia la mesa de trabajo.

***





“Hoy, mañana de Pascua,
una imprevista tormenta de nieve ha pasado sobre la isla.
Entre los setos ya verdes había nieve. Mi hijo
me llevó hacia un albaricoquero seco a lo largo de la pared de casa,
lejos de una estrofa en que con el dedo yo señalaba quienes estaban
preparándola, una guerra que
al continente, a esta isla, a mi pueblo, a los míos y a mí mismo
podía exterminar. Sin palabras
hemos puesto una tela de saco
sobre el árbol que se helaba.”

Bertolt Brecht



***