SOBRE
QUEDARSE SORPRENDIDO
Puedo amar,
y tanto,
pide lo que quieras,
mi vida, mis ojos.
Puedo enfurecerme,
mi boca no se llena de espuma,
pero la ira de un camello no es nada al
lado de la mía,
solo la ira del camello, no su rencor.
Puedo comprender
muchas veces con mi nariz,
es decir oliendo lo más oscuro lo que está
más lejos
y puedo pelear,
por todos y por todo lo que me parece
justo, correcto y hermoso,
ni mi edad ni mi porte me lo impiden,
sin embargo hace tiempo que se me olvidó
quedarme sorprendido.
La sorpresa me dejó y se fue con sus ojos
bien abiertos
y bien jóvenes.
¡Qué lástima!
Nazim
Hikmet
Tanganica, febrero
de 1963
Hotel Maranga
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