Hipócrita
lector, hermano, camarada,
hoy me
atrevo a contar tus años y los míos:
mira tanta
ceniza
como una
herencia gris entre las manos,
mira sangre
o asombro tu corazón y el mío tiritando
sobre el
extraño hedor de las palabras muertas.
Aventada la
vida –sus pavesas-,
es urgente
romper hacia otro norte
aún llevando
en los pasos
la certeza
diaria de la muerte.
Hoy es
preciso un alto en la derrota.
JAVIER EGEA,
Troppo mare (1984)
***
Yo no fui en
la batalla el vencedor:
perdí la
flor pero gané la espina.
JAVIER EGEA,
A boca de parir (1976)
***
Lo terrible
no es la calle sola,
el andén
como un reto,
los trenes
que perdimos.
Lo terrible
no es ni siquiera el dolor.
Lo que duele
terrible y zarandea
es que ya sólo
queda
recurrir a
la vida por tus ojos
que son una
distancia casi absurda,
que son un túnel
negro de esperanza.
JAVIER EGEA,
Paseo de los tristes (1982)
***
Las palabras
sobran ahora
que el dolor levita,
orza a
estribor y pasa.
Es tarde y
en tu espalda florecen los pañuelos.
Es así que
el amor, el viejo amor,
el pobre
amor tan viejo, tan torpe, tan cansado,
mira hacia
el mar, entorna los postigos
y se rinde y
reposa.
JAVIER EGEA,
Troppo mare (1984)
***
Todo quedó
en el sueño de las alas de cera.
JAVIER EGEA,
A boca de parir (1976)
(Todos los
versos tomados del libro “El cura y los mandarines” de Gregorio Morán).
***