Se acerca la primavera,
Marcia me odia, tanto
como yo amo a Lesbia, y
Catulo la amaba...
Ella dice que es obscena
la manera de referirme a mis amigos;
que soy, en resumidas cuentas de collar,
una máscara ya obscena y amenamente
indeseable
Una máscara del teatro de la infelicidad.
Pero estamos en el campo.
El sol alto y tardío.
El sexo en los cogollos del almendro.
La luna por despuntar...
...el durazno japonés relampagueante,
brillante rosado como nunca ví. Vacío,
vacío vertiginoso como tu voz brillante
contra el viento iluminado y el infierno
musical
de tus estupideces.
Tu voz brillante. Tu voz ¡poética!
¿Recuerdas que dijiste que la prioridad del
artista
estaba en hacerse reventar por los chongos
de Floresta y después "narrarlo"
mientras
se posa, ante un pintor, como una mariposa
americana?
El cielo es una lámina que finge un color,
una desgracia, unos dibujos maravillosos
para el feliz
embaucamiento de unos niños que
involuntariamente
suspenden la credulidad; coléricos.
Oh poeta,
el pequeño vestigio de una tormenta
atormentadora
te alimenta con su rayo
Te arrimás a los pies de un fulgor que
quema como aquel
caballo blanco que veo, ahora, pegado a su
destello
Estúpido caballo criollo del lenguaje.
Una mujer entrevé tu Vacío en su boca
estrepitosa
Oh inebriante perrito faldero
llorando aún por la pérdida de su mamá
en las letrinas de Roma en una época cruel,
en una época
de niños Heligábalos tan putos como él,
tan degenerados superiores como él. ¿Debí
decir que
citaba a Pessoa (mucho más, mucho más
inteligente que
yo. Más claro y menos oscuro en las razones
de la amistad
obscena con la tierra y el aire y el sol y
la eternidad)?
¿se acerca la primavera?
Sí, se acerca la revolución
de las florecillas de la amable locura
con sus sospechas escarlatas, con su
Rimbaud, con sus
mejores mujeres y sus lolitas en flor
también
a la sombra de un despertar anaranjado del
verano
en medio de cada insoportable estación.
De todas maneras,
una carcajada embrujada por la dicha
"engama" los
colores;
unas manos frágiles precipitan la luz que
sostiene
las formas de unas serranías y unos árboles
amarillos,
¿Vendrá?
Todas las formas en todas las formas y la
cabeza en la
pica de la certidumbre,
la angustiosa serenidad momentánea de la
certidumbre,
Una cierta sombra en las fantasías del
amor. Unas
sombrías
siluetas en la cabeza abigarrada y
pulsante,
la cabeza, la cabeza del amante
sea quien sea. La primavera.
El cielo como una lámpara en la mesita de
luz y
el día como una noche dispuesta para el
obsceno Dolor
y siempre unos niños bailando en un claro
de mi sangre:
un arco iris del deseo en mis venas.
El cuerpo estratificado en el lecho ácido
del pino,
las semillas turgentes bajo sus madres
arraigadas;
el silbo de unas perdices mientras avanzo
hacia la casa
cerrada y el galgo y las tunas mordidas por
los toros.
El secreto en el aura de Alicia, la casera,
que espanta
las vacas con su Citroën amarillo y sus
alaridos
expertos.
El celo. Tres rojas muchachas y yo. El celo
sereno,
el celo en la cabellera solar de la mujer
¿El hombre de mármol
quejumbroso?
¿Vendrá?
Todas las parteras oirían su nacimiento
si se decidiera a verse nacer,
estímulo de la pintura. Estímulo de las
estéticas anarquistas de la pasión...
Confuso esclavo de la maldad evaporando en
la sombra
toda la Literatura y todo el
Mal.
-Pero no pronuncies esa palabra obscena,
por favor,
Arturito...
Ni dispongas puntos suspensivos donde
políticamente
no hay suspenso.
Estamos en el campo y aquí me quedaría
hasta ver
amanecer y que la vaca me dé la teta con
sus innumerables
pezones...
Terco poeta como la luna en el agua que se
agita,
el día se agita como yo.
Estamos en el campo.
-¿Qué somos?
-A-mi-gui-tos...
Sonrisa en el coral de las sonrisas que
miradas
difícilmente se disuelven en el aire
obsceno.
Obsceno el tacto del pico de los patos.
Obscena la algarabía de la quietud.
Obscena la tarde con sus mates lavados.
Obscena la invitación a la pintura en
caballete.
Obsceno el caballete en el desván del
campo.
Obsceno el diálogo más que el monólogo y
más obsceno
que este coloquio entre perros de
interior...
Obscena la mirada a la leña y el hacha,
obsceno el conejo con sus orejas enterradas
en el barro;
obsceno el juego de repetir
la hartura de la pintura...
Del campo.
¿Vendrá?
Su caballito volvió solo al lugar
Espacio perfumado
no importa con qué
Estiércol de la atención humeante y
perfumada
La mirada bosta circular de las vacas
como un cráter lunar en el aire
en el verde del aire-césped
Sangre en la pared.
Sangre en la nariz de la niñita que sale
del agua,
Sangre escondida en los hilillos
equidistantes
de las venas poéticas
Y es todo lo que no nos debería faltar.
Arturo
Carrera
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