“El
ángel del eterno invierno”: Una variante de Escrito en la estela del último
ángel caído V (1993)
Julio Vélez Sainz / UCM
Recientemente Vicente Carmona nos ha hecho
llegar a un grupo de amigos un poema manuscrito de Julio Vélez. En él
encontramos una versión con variantes de la tirada 5 de Escrito en la estela
del último ángel caído (Madrid, Libertarias, 1993). Mantengo los criterios
genéticos de edición en los que se muestra, de manera clara, el proceso de
composición, los titubeos y las opciones elegidas por el poeta. Por ejemplo, la
edición permite observar una intencionalidad a la hora de utilizar el registro
bíblico-religioso: de un “árbol” que guarda “secretos” pasamos a un “manzano”
que guarda sus “frutos” en evocación del del Edén (Génesis III.6-20).
El cambio más significativo tiene lugar con
respecto al primer verso que pasa de ser “El ángel del eterno invierno” a “El
ángel, dentro de la noche”, posiblemente en el intento de evitar el eco
albertiano. Recordemos que en Sobre los ángeles, el de Sanlúcar, pinta varios
ángeles invernales: en “El ángel superviviente” se lee
”Acordáos.
La nieve traía
gotas de lacre”; en el “El ángel del carbón” se le describe
”
Feo, de hollín y
fango.
¡No
verte!
Antes, de nieve, áureo,
en trineo por mi alma”. El original se
encuentra en el Museo Andalucista Fundación Blas Infante. Es una buena manera
hacerse con el método compositivo de mi padre.
Cito la versión impresa por la edición
canónica, Julio Vélez, Materia y sombra: Poesía completa, eds. Anthony Leo
Geist, María Ángeles Pérez López y Julio Vélez-Sainz, Salamanca, Diputación de
Salamanca, 2012, p. 206 y por la edición de Libertarias/Prodhufi, 1993.
(Detalle del manuscrito)
Versión
impresa
El ángel, dentro de la noche,
extendió sus alas y soles luminosos
en un laberinto de nubes y estrellas
para resguardar de la lluvia
a
la espada del fuego prohibido.
El frío pobló los mares
y el manzano rojo
guardó sus frutos
en el cofre de los centinelas
del olvido.
Los guerreros de la memoria
tensaron los arcos y bajaron los trastes
del saz hasta la fuente
en
la que nacen las preguntas.
Versión manuscrita
El ángel del gran externo eterno invierno /
extendió sus alas y ropas / bajo la noche / para resguardar de la lluvia / a la
espada del fuego prohibido.
El frío pobló los mares / y el árbol manzano rojo guardó / sus secretos
frutos / en el cofre de los centinelas del olvido.
Los guerreros de la memoria / tensarán las
arcas / y bajarán los trastes / del saz hasta el lugar en el que nacen hasta la
fuente de la que nacen / las preguntas.
Para Vicente.
Este es otro modo
de abrazar.
(Bosquejo de firma con la cabeza de un
gallo)
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