(Intervención
en el acto de homenaje a Julio Vélez celebrado en “Casa González, en Madrid, el pasado día 7 de noviembre de
2012)
¿Conoce
el Águila lo que está en el abismo?
¿O irás
tú a preguntárselo al topo?
William Blake
Julio era un águila y un topo. Julio no paraba de
hacerse preguntas, deseaba ansiosamente conocer, y era altamente contagioso.
Julio no se guardaba nada para sí, compartía sus preguntas, sus dudas y sus
conocimientos. Julio, como un águila o como un gorrión, surcaba los celajes y,
como una laboriosa oruga o un “viejo topo” horadaba incansablemente las
profundidades del subsuelo.
En el año 1971 yo
tenía 12 años y me vine a Madrid con mi familia a conocer a Julio Vélez. Yo
entonces, como era un niño, no sabía que ése era el motivo del viaje y mi familia, claro está, mucho
menos. Y Julio ni les digo.
“(Leer) Viajar es ir al encuentro de algo que está a
punto de ser y aún nadie sabe qué será...”
Italo
Calvino
Hoy, más de
cuarenta años después de aquél salto nocturno Sevilla-Madrid (aunque sigo ignorando tantísimas cosas) sí que lo tengo claro. Para ser
exactos, lo tengo sepia claro, el color innegociable de la memoria; sea esta
más o menos nostálgica o más o menos fantasiosa. Sí, porque debemos convenir
que toda memoria, por traicionera, es ficción, es, irremediablemente,
reconstrucción y por lo tanto, en gran medida, invención.
Inventé estos
versos sobre aquel viaje:
A Madrid (Atocha)
Asientos forrados
de skay oscuro y grasiento
segunda clase señalan
traqueteo eterno
en riguroso compás
bolsas y maletas hinchadas
encordadas
tiempo lento de oprimido silencio
y generosa estrechez
poblado el cicatero pasillo
de fumadores y roces
con miradas ávidas y cansadas
que no encuentran sede
todos los colores
a salvo el azul
atropellados en su orgullo
por el gris
en aquellos tiempos
sin hueco sobre el raíl
y entre parada y parada
parada
con desgana masticando el camino
cierta luz de salida menguando
alejarse sin aliento
de las manías mamadas
y de esas cosas ya fraguadas
asideros hurtados
un billete, un silbato
todo quebrado
arrancados de cuajo
abandonado ritmo
de traqueteo
entre nocturnas paradas
neorrealista la estampa
como filmada por
el aristócrata italiano
patrocinada por
Red Nacional de Ferrocarriles Españoles
el reparto
de andaluces cuajado
en este rodaje
también los eternos traqueteos
y las infinitas paradas
se consuman
y los pobladores del pasillo
entre sí pulidos por los roces
intercambian negro tabaco
y por orden se arrancan
las legañas
en la línea de allá
tras los cables tendidos
amanecen los amarillos
y púrpuras azulados
oquedades abandonan
de arriba y mas abajo
las bolsas las manos las maletas
se controla la tensión
también de las cuerdas
se pasa lista se hace recuento
del menudo y fuerte
cuerpo protector
férreamente enganchados
nos lanzamos
con lo puesto
Madrid (Atocha)
del traqueteo entre paradas
fin
el techo del cielo caído
de gris pintado
oscuro y uniforme
cierta luz se sospecha
quedó en Sevilla
por ese tiempo
circulaban las matrículas
en torno al ochocientos mil
por aquí la salida
y avisaba el escalextric
a los catetos navegantes
certero signo
sucia desolada negra herrumbrosa
la calle céntrica
sin equipo sin porterías sin balón
interior la escalera
de segunda sin señalar
después el cole
un segundo piso
el Retiro de recreo
a 10 semáforos y dos mil metros
mal contados
la señora directora
y exaltada y falangista
predominan los comemieddas
entre los compañeros
cubanos en tránsito
a Miami
por ese tiempo
se bajaba mi viejo
a la vuelta del curro
al declinar de las tardes de verano
al diario Pueblo
dando la espalda al
Sindicato Vertical
en pijama
se había traído él
de Sevilla
algunas cosas hilvanadas
en el fondo de los bolsillos
frecuentó tambiénla Cruz
la calle
tenía un gustito ala Sierpes
la calle
con sus toros y la reventa
por ese tiempo
las putas estaban con Echegaray la calle
hoy se han puestola Montera
la calle
y se han ido con Benavente la plaza
primeras caminatas con el Metro y su plano
Atocha – Embajadores - Puerta de Toledo
Latina – Sol – Callao – Plaza de España
y marcha atrás
navegando las aceras claro
y cogidos de la mano
sin soltar.
Asientos forrados
de skay oscuro y grasiento
segunda clase señalan
traqueteo eterno
en riguroso compás
bolsas y maletas hinchadas
encordadas
tiempo lento de oprimido silencio
y generosa estrechez
poblado el cicatero pasillo
de fumadores y roces
con miradas ávidas y cansadas
que no encuentran sede
todos los colores
a salvo el azul
atropellados en su orgullo
por el gris
en aquellos tiempos
sin hueco sobre el raíl
y entre parada y parada
parada
con desgana masticando el camino
cierta luz de salida menguando
alejarse sin aliento
de las manías mamadas
y de esas cosas ya fraguadas
asideros hurtados
un billete, un silbato
todo quebrado
arrancados de cuajo
abandonado ritmo
de traqueteo
entre nocturnas paradas
neorrealista la estampa
como filmada por
el aristócrata italiano
patrocinada por
Red Nacional de Ferrocarriles Españoles
el reparto
de andaluces cuajado
en este rodaje
también los eternos traqueteos
y las infinitas paradas
se consuman
y los pobladores del pasillo
entre sí pulidos por los roces
intercambian negro tabaco
y por orden se arrancan
las legañas
en la línea de allá
tras los cables tendidos
amanecen los amarillos
y púrpuras azulados
oquedades abandonan
de arriba y mas abajo
las bolsas las manos las maletas
se controla la tensión
también de las cuerdas
se pasa lista se hace recuento
del menudo y fuerte
cuerpo protector
férreamente enganchados
nos lanzamos
con lo puesto
Madrid (Atocha)
del traqueteo entre paradas
fin
el techo del cielo caído
de gris pintado
oscuro y uniforme
cierta luz se sospecha
quedó en Sevilla
por ese tiempo
circulaban las matrículas
en torno al ochocientos mil
por aquí la salida
y avisaba el escalextric
a los catetos navegantes
certero signo
sucia desolada negra herrumbrosa
la calle céntrica
sin equipo sin porterías sin balón
interior la escalera
de segunda sin señalar
después el cole
un segundo piso
el Retiro de recreo
a 10 semáforos y dos mil metros
mal contados
la señora directora
y exaltada y falangista
predominan los comemieddas
entre los compañeros
cubanos en tránsito
a Miami
por ese tiempo
se bajaba mi viejo
a la vuelta del curro
al declinar de las tardes de verano
al diario Pueblo
dando la espalda al
Sindicato Vertical
en pijama
se había traído él
de Sevilla
algunas cosas hilvanadas
en el fondo de los bolsillos
frecuentó también
tenía un gustito a
con sus toros y la reventa
por ese tiempo
las putas estaban con Echegaray la calle
hoy se han puesto
y se han ido con Benavente la plaza
primeras caminatas con el Metro y su plano
Atocha – Embajadores - Puerta de Toledo
Latina – Sol – Callao – Plaza de España
y marcha atrás
navegando las aceras claro
y cogidos de la mano
sin soltar.
Y todo vino rodado. Mi hermana mayor se colocó de cajera en un supermercado. Se echó una amiga, también cajera, que se llama Rosa y que tenía un novio que se llamaba José Luis y que trabajaba en el supermercado como rotulista y escaparatista. Jose Luis era un sevillano comunista, un sospechoso habitual, que había huido de Sevilla (de la policía secreta) y vivía en un piso-refugio más o menos clandestinamente, en Madrid con otros comunistas perseguidos y un psiquiatra. Uno de aquellos comunistas clandestinos que pasaban temporadas en aquel piso era también sevillano y se llamaba Julio Vélez. Sigo emocionándome cuando rememoro aquellos días. En cierto modo allí cuajó la pequeña conjura de los sevillanos (José Luis, Julio y el menda). José Luis es un gran pintor y dibujante; por entonces publicaba sus dibujos en “Cuadernos para el diálogo”, “Hermano Lobo” y en “Triunfo” y nos hablaba, a los de la cuadrilla, de Chumy Chumez, Haro Tecglen, de Vincentito Verdú, de OPS, de Reviriego… y también hacía viñetas para el periódico del “partido” de Julio… y a lo tonto a lo tonto, el menda, que ya hacía sus pinitos con el dibujo, empezó también a colaborar. Al poco tiempo Julio apareció con un ejemplar de “El estado y la revolución” de Lenin y me lo regaló, “Luí, me dijo, para que vayas completando tu biblioteca”. Una semana después le pedí militar en
A mí Julio me
parecía un tío mayor, hoy sé que él entonces cumplía solo 28 años, era un
chaval, era, para los que le rodeábamos, un “chute” de solidaridad, de buen
rollo, de alegría.... (tenía una risa tirando a infantil y quizá por eso muy
contagiosa)
También he sabido
(porque él “solo” solía hablarme de la lucha contra la dictadura, de Marx, de Lenin, de Machado, de Brecht, de los jornaleros andaluces, de
flamenco, de poesía…) que en aquellos tiempos intentaba ganarse la vida como
vendedor de “Cafés La Estrella ”, malamente
debía de ser porque Julio nunca o casi nunca tenía un duro.
Otra
característica, por hablar de todo un poco, de Julio era que no le gustaba
cortarse las uñas de los pies (O habría hecho alguna promesa), esto era
evidente solo en verano, cuando calzaba chanclas.
Al lado de Julio
y colaborando según mi capacidad participé en el primer homenaje, desde la
guerra civil, que se le hizo en España a
Antonio Machado, donde recuerdo la
participación de Aurora de Albornoz y
entre otros el poeta gallego Celso Emilio
Ferreiro. Recuerdo un viaje a Barcelona a un congreso de artistas
antifascistas donde Julio me presentó ¡como pintor! A Pepe Ortega, a Lluís María
Xirinacs, a Antoni Tápies y
varios componentes del antiguo grupo “Estampa
popular”…
Años después, a
mediados de los ochenta, me encontré casualmente, en la calle Almagro de Madrid
por la que yo paseaba camino de una galería de Arte, con Julio, al que llevaba
años sin ver. Nada más verme se levantó como impulsado por un resorte de su
silla, me abrazó y me presentó a su acompañante en el velador de la terraza,
“Mira Luí te voy a presentar a un amigo escritor, Eduardo Galeano; Eduardo, este es mi amigo y camarada Luí, pintor”.
Así era Julio, aparecía dónde y cuando menos lo esperabas y, “a lo Laudrup”, como el que no quiere la
cosa, te rescataba del pozo más negro y
profundo y te arreglaba el día con unas generosas palabras y un cálido abrazo. Bendita
suerte la mía, haberle conocido, haber establecido con él un vínculo imborrable
y haber compartido durante unos años, lugares y afectos (“Solo los lugares
poetizados son habitables y los verdaderos Lugares los fundan los poetas y los
artistas” JL Pardo) y militancia en
la vida. Juntos, unidos, hombro con hombro en la trinchera antifascista y
revolucionaria, en la trinchera, aún hoy más necesaria, de los que seguirán
luchando hasta que no quede piedra sobre piedra del criminal sistema
capitalista.
Permitidme que acabe con una cita de otro poeta
comunista, el chileno Pablo Neruda, porque
pienso que, él, el Julio que yo conocí y del que conservo tan gratos recuerdos,
quizás suscribiría:
“Porque el Partido me da la libertad
que no tiene el solitario.”
Pablo Neruda
(P. S.: Si donde
Neruda dice “Partido”, ponemos organización horizontal y asamblearia, yo creo
que, hoy por hoy, mucho mejor).
Luis López
(ilustraciones del autor)
***